martes, 21 de febrero de 2012

CICATRICES DE VIDA


Una vida sin cicatrices no es una vida que merezca la pena, detrás de cada cicatriz hay una historia, y detrás de cada historia, algo hay aprendido si prestamos la suficiente atención a lo sucedido para hilar una serie de acontecimientos casuales en una argumentación coherente de lo vivido.

Las relaciones humanas no se rompen, se desanudan.  Cuando rompemos relaciones algo también se rompe dentro de nosotros: perdemos integridad adentro y afuera, pues nos quedamos con la herida del resentimiento que afecta permanentemente nuestra vitalidad. Si desanudamos con paciencia los lazos que nos une,  esos lazos jamás se romperán aunque estemos muy lejos; nos llevaremos el regalo de la lección aprendida más que el sentimiento de fracaso que nos amarra al pasado. Los resentimientos son cicatrices sensibles en tu corazón que generan sufrimiento, melancolía y llegan a convertirse en enfermedades.

 No permitan jamás que una relación llegue al extremo de la ruptura que destruye y desintegra esa red de soporte emocional que da sentido a la vida
Lo que hace un buen médico cuando alguien tiene una hemorragia severa, es obviamente ponerle sangre, pero no se queda transfundiendo sangre toda la vida; mientras transfunde la sangre cierra la herida. Si queremos sobrevivir en el plano emocional, además de transfundir energía, valor o ánimo es necesario cerrar las heridas y tratar esas cicatrices profundas y sensibles que aún no acaban de sanar.

“ESTAMOS HECHOS DE CICATRICES,
DEPENDE DE NOSOTROS, CERRARLAS
O DEJARLAS SANGRAR”

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