lunes, 21 de mayo de 2012

ME CANSE DE ESPERAR TU LLAMADA

Hay esperas que se vuelven interminables, los minutos se convierten en horas, días y a veces incluso semanas…
Hay hombres que sólo te buscan cuando te necesitan, cuando creen que no hay nada mejor. Hombres a los que les gustas pero no interesas. Se aprovechan de ti, de tu inocencia y de que no te sepas hacer respetar.
Puede que el tiempo que lleves esperando que te llame sea otro, mayor o menor, pero esta frase es común en muchas de nosotras. De un momento a otro, se vuelve constante, más frecuente y más interminable el tiempo de espera.
Los minutos pasan a ser horas, las horas a días y luego…
Y en eso se convierte, en un ser que nos tortura, que no fue consecuente con lo que nos dijo, con lo que nos prometió, con la imagen que nos creó. Pero, ¿por qué seguimos aún con él? ¿Por qué nos duele en el alma dejarlo?


Sé que los sentimientos están de por medio, que el amor que le profesamos debe cultivarse, mantenerse, regarse y multiplicarse aplicando todas las técnicas afectivas conocidas, pero, ¿a qué precio? Se justifica que pasen días sin saber de ti, que estén al pendiente cuando algo les interese, que te llamen sólo para verte en unos cuantos minutos de sexo. ¿O que seas tú quien lo persiga? Yo no lo creo.
El amor es de dos, dos son los que sienten, dos los que se buscan, dos los que se encuentran, dos los que se besan, dos que se aman mutuamente.
Ese hombre inconstante en tu vida tiene una razón (y no necesariamente es otra) Ya no se sabe. Pero desinterés, eso sí es. Único y puro desinterés en ti. No lo dudes más.
Esa dejadez al buscarte, ese fastidio al hablar contigo, esa constante repercusión de esperar por su llamada, eso es desinterés.
Podrás tener el titulo que él te ponga, podrás ser “novia”, “amante” o “amiga”, pero para él apenas existes, no formas parte de su vida, no juegas en su equipo, no participas de su mundo. Darte cuenta de ello y dejar que caiga el manto de la realidad duele, y no sabemos qué hacer con él, pero hay que afrontar la realidad.
Lo amamos, es la razón de nuestra sonrisa en la mañana, la imagen de nuestro futuro más sensible, lo ideal, lo imaginado, lo creado. Pero ese amor no es correspondido, esa sonrisa, al atardecer se convirtió en angustia, ese futuro empezó a verse gris y dejamos de crear arco iris para el paisaje de nuestra vejez.
¿Es que se nos olvidó que también nos amábamos a nosotras mismas? Se nos pasó por alto, buscando su estima. Pero tenemos siempre quien nos lo recuerde: Para conseguir amor, debemos darlo; pero a nosotras mismas primero. Para valorar, hay que valorarse.
¿Quién mejor que nosotras mismas para saber lo mujer que día a día somos? ¿Lo grandiosas, lo oportunas, lo divinas y extraordinarias? Ahí estamos, en el espejo al levantarnos. ¡Amada por mí misma! Así que: abandónalo. Es lo único que se debe hacer. Así como al hacer limpieza desechas un trasto viejo de la casa, cuando terminas el chocolate y sólo queda el envoltorio. Arrójalo a la basura. ¡Arrójalo de tu vida!
¿Qué necesidad tenemos de conservar algo que no sólo no es útil, sino que tiende a dañarnos?
Camina tu rumbo sin pesos muertos, sin dolor en el amanecer de tu alma. Se feliz únicamente por ti. Abandona el hábito de sufrir esperando por él, abandona las llamadas no respondidas, abandona el látigo de su indiferencia.
Dile adiós a todo lo que implica que te lastimes… abandona lo que él representa. Abandónalo a él.
Y cree ciegamente que el verdadero amor si llegará. Abandónalo a él, pero no abandones amar.

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