domingo, 8 de enero de 2012

Estrés… ¿Eres socio activo de Dios?


Antes de leer esta página, comience el día con una acción de gracias a Dios; no sólo por su vida, sino por las de los demás.  Después, recordemos que espiritualidad verdadera va más allá de las solas creencias, pues implica tener una íntima y directa relación con el Ser Supremo.
La experiencia espiritual es una interesante y valiosa aventura interior, un viaje interminable de descubrimiento del alma, el cual permite el disfrute de los hermosos tesoros que brinda la relación personal con nuestro Creador.
Está comprobado el estrés aniquila la salud, la paz y el bienestar de quien lo padece.  Para evitarlo, hay un buen consejo: renuncie a querer lograr objetivos de manera acelerada. ¡Actúe en el tiempo preciso y evite tensiones innecesarias!  Si, a veces hay que dejarle al tiempo que le ayude a arreglar sus asuntos.  Los años enseñan a dejarles las soluciones a las horas, antes de obtenerlas de manera inmediata.
Ahora no es que se “eche a dormir” y deje que las deudas lo consuman. NO, esa no es la idea. La clave no está en ver qué tan rápido nos pasan los años, ni en luchar contra ellos; debemos vivir el sano ritmo de la vida, con todo y sus problemas, convirtiendo al tiempo en un gran aliado.

¡GANE PUNTOS!



La vida, tal como ocurre con nuestras compras o con las tarjetas de crédito, nos permite
acumular puntos para aprovechar en un futuro cercano. De la misma forma como en los almacenes de cadena podemos hacer canjes, de acuerdo con los puntos que alcancemos, DIOS también nos recompensa por los puntos que acumulemos con las buenas acciones. Ser solidario, escuchar a la gente, tener una cara amable ante cada situación difícil, conservar la paciencia y no juzgar entre otras cosas, son claves paga llenar su mundo de puntos. Claro está que una de las formas más fáciles para ganarlos
consiste en conjugar en primera persona el verbo servir. ¿Usted le sirve a alguien?.

Algunos con tal de ser tacaños con los menesterosos, asumen el rol de calculadores y siempre se preguntan, ¿qué gano con ayudarle a los demás? Otros prefieren que le digan ingratos, porque ese rótulo es un buen pretexto para nunca hacer favores. Y los que se acurdan de dar, casi siempre se vuelven generosos justo en la época que no tienen nada para ofrecer. ¿A cuál de estas tres personas pertenece usted? Mucho cuidado porque usted puede no servir para nada, al menos eso es lo que pueden pensar sus amigos, familiares o conocidos. Lo curioso es que para servir, nadie necesita dar moneda alguna, por ejemplo: usted sirve cuando al encontrar a alguien en su camino, siempre saluda y sonríe. Sin necesidad de cargar con los problemas de la gente y sin tener que entregar su fortuna o cosas materiales, usted puede ayudar con solo ponerse en los zapatos del otro y comprenderlo. A veces con escuchar a alguien que necesite comprensión, se puede cumplir con la simple tarea de ser útil en la vida. Lo mejor es que cuando uno sirve también gana. ¡Sino lo ha hecho hágalo y verá los milagros que logra!.