De hecho, la oración es la única acción real en el más
amplio sentido de la palabra, porque es lo único que cambia nuestro carácter.
Un cambio de carácter, o un cambio en el alma, es un cambio verdadero. (Emmet
Fox, El sermón de la montaña).
Erica Jong ha dicho que somos seres espirituales, que
somos humanos. La plegaria y la meditación son formas que tenemos para cuidar
de nuestro espíritu, son disciplinas que se sugieren en el Paso Once de los
programas de recuperación de Doce Pasos: Al-Anón, Alcohólicos Anónimos, y
otros.
La oración y la meditación no necesariamente están
conectadas con las religiones organizadas, son una forma para mejorar nuestra
relación personal con un Poder Superior para beneficio de nosotros mismos, de
nuestra vida y de nuestro crecimiento interior. Por medio de la oración nos
conectamos con Dios. No oramos porque tengamos que hacerlo, sino porque
queremos hacerlo. Así es como vinculamos nuestra alma con nuestro Origen.
Estamos aprendiendo a cuidar nuestras emociones, nuestra
mente y nuestras necesidades físicas. Estamos aprendiendo a cambiar nuestras
conductas, pero también a cuidar de nuestro espíritu, de nuestra alma, porque
ahí es donde empieza todo cambio verdadero.
Cada vez que hablamos con Dios, nos transformamos. Cada
vez que nos conectamos con nuestro Poder Superior, este nos escucha, nos toca y
nos cambia para mejorar.