Cuando nuestros sueños se ven cumplidos y la felicidad llena nuestras
vidas, es fácil dejarnos llevar por la alegría y no percatarnos de que mientras
celebramos podemos estar perdiendo algo valioso:
Nunca descuidemos a nuestros amigos y familiares. Cuando estemos
felices, hagámosles partícipes de nuestra alegría. Y aunque en esos momentos no
les necesitemos tanto, la vida da muchas vueltas y los volveremos a necesitar.
Si los cuidamos, ahí estarán para nosotras.
Cuando estamos emocionalmente alegres y nos rodea la felicidad, tenemos
la tendencia de olvidar a los que han estado siempre a nuestro lado.
La felicidad nos ciega a modo que sólo vemos lo que nos provoca esa
alegría, ignorando a aquellos que nos rodean.
Cuando estamos felices, tontamente pensamos que no volveremos a sufrir,
pues nuestro corazón está en su mejor momento.