A veces, no hay suficiente dinero para cubrir los gastos indispensables, mucho menos para darse algunos lujos.
Cuando la gente nos sugiere que hagamos un presupuesto, dejamos escapar una risita ahogada. Los gastos que necesitamos pagar para sobrevivir superan los ingresos.
Vemos la situación, meneamos la cabeza y decimos “no se puede”.
Muchos de nosotros hemos tenido que vivir estas situaciones. Este no es momento de llenarnos de pánico, no es el momento de desesperarnos.
El pánico y la desesperación nos llevan a tomar malas decisiones y a tomar acciones desesperadas. Este es el momento de sustituir el miedo por la fe. Este es el momento de confiar en que Dios satisfará nuestras necesidades.