lunes, 4 de noviembre de 2013

IRA


Sentirse enojado y, a veces, el acto de culpar es una parte natural y necesaria de la aceptación de la pérdida y el cambio, de la pena. Podemos permitirnos a nosotros mismos y a los demás enojarnos mientras vamos de la negación a la aceptación.
Mientras llegamos a aceptar la pérdida y el cambio, podremos culparnos a nosotros mismos, a nuestro Poder Superior o a los demás.
La persona podrá tener relación con la pérdida o ser un inocente espectador. Podemos escucharnos decir a nosotros mismos: “Si tan solo él hubiera hecho eso... Si él no hubiera hecho eso... ¿Por qué Dios no hizo las cosas de otra manera?..."
Sabemos que culpar no ayuda. En la recuperación, las contraseñas son auto responsabilidad y responsabilidad personal, no culpar. En último término, el sometimiento y la auto responsabilidad son los únicos conceptos que nos pueden llevar hacia delante, pero para llegar ahí podemos necesitar darnos permiso de sentirnos enojados y de ocasionalmente incurrir en el reproche.