viernes, 17 de febrero de 2012

LA GRANDEZA DE DIOS


Cuando vemos a nuestro alrededor no cabe la menor duda, que hay un Ser por encima de todo por ende sabemos a ciencia cierta que dentro de nuestro corazón hay una verdad que se manifiesta en una certeza.

Las pequeñas cosas en nuestro diario vivir como ver a nuestros preciosos hijos crecer, y como se encaminan a un Dios bondadoso hace que nuestra fe crezca.

Su presencia se ve en todos los aspectos de mi vida y cuando hay tropiezos, problemas, me doy cuenta que su amor está más cerca.  Lo interesante es nuestro aprendizaje y más aun en el dolor aprendemos a madurar.

Es ahí donde me doy cuenta de  la grandeza de Dios su inminente poder dentro de mí, esa paz que embarga  mi ser aunque todo a mi alrededor se desate en grandes tormentas. El amor a Dios es recíproco  y constante porque vemos que aun siendo infieles el permanece fiel.

Te animo a seguir perseverando amigo y hermano por que Él está al tanto de todo lo que está aconteciendo en tu vida, Él solo quiere que le agradezcas por las pruebas y veras que su amor será mayor en ti.

“Cuando un hombre descubra sus faltas, Dios las cubre.
Cuando un hombre las esconde, Dios las descubre,
Cuando las reconoce, Dios las olvida”.

¡A TI MUJER!

Llevé un bebé precioso en mi vientre. Lo sentí moverse dentro de mi. Me desperté sólo para mirarlo y escucharlo. Lo tranquilicé encima de mi corazón. Sacrifiqué mi cuerpo para llevar las marcas de la maternidad. Yo no soy perfecta, pero cuando me miro en un espejo, estoy orgullosa de haberme convertido en la madre que soy.

Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados. Una mujer que, siendo joven, tiene la reflexión de una anciana y, en la vejez, trabaja con el vigor de la juventud. Una mujer que, si es ignorante, descubre los secretos de la vida con más acierto que un sabio y, si es instruida, se acomoda a la simplicidad de los niños. Una mujer que, mientras vive, no la sabemos estimar porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero, después de muerta, daríamos todo lo que somos y todo lo que tenemos por recibir de ella un solo abrazo. De esa mujer no me exijáis el nombre..
                                                  ... Es la madre    ¡CUÍDALA!