Se acabaron los tiempos en los que los hombres lograban recluirnos entre
las paredes del hogar, sólo destinadas a cocinar, servir en el hogar, estar al
cuidado de los hijos y al capricho del hombre.
Esos tiempos pasaron, no por compasión a nosotras sino por méritos
propios.
La mujer moderna ha demostrado estar a la altura de todo cuanto se
proponga. El hogar, la oficina o cualquier lugar: Si una mujer quiere,
puede, pues está sobradamente capacitada.
Desde tiempos atrás la mujer era un objeto solamente para el hombre. Vivía
enfrascada en el hogar, era para todos invisible, pues desde que nacía
estaba predestinada a vivir encerrada entre muros de cristal, pues su vida
transcurría entre trastos, niños y limpieza.
La mujer de antaño dependía exclusivamente del hombre, su hombre,
el amo y patrón del hogar quien no veía en ella el valor que tenía, pues
ella para él era simplemente la que atendía ese hogar que él le prodigaba…