A veces, el día gris nos da
miedo. Esos son los días en que regresan los viejos sentimientos. Podemos
sentirnos necesitados, asustados, avergonzados, incapaces de cuidar de nosotros
mismos.
Cuando esto sucede, es
difícil confiar en nosotros mismos, en los demás, en la bondad de la vida y en
las buenas intenciones de nuestro Poder Superior. Los problemas nos parecen
agobiantes. El pasado parece carecer de sentido; el futuro, desierto. Nos sentimos
seguros de que las cosas que queremos en la vida nunca sucederán.