Hay quien pensaría que una mujer de valor es aquella por la que los
hombres babean en la calle, aquella que va de última moda, luce joyas, tiene un
cuerpo escultural y tiene hombres de dinero pretendiéndola.
Pero las mujeres de valor no
somos así. Damos más importancia a lo que perdura y no se devalúa: nuestro
interior. Sabemos que cuidándolo seremos más valiosas cada año que pasa.
Este mundo a veces nos confunde: nos hace pensar que lo correcto es lo
falso, lo engañoso, lo inverosímil, lo indolente… Nos hace creer que las
mujeres de valor son las de buena posición económica, ejecutivas, mujeres
pedantes que creen que a causa de su belleza física el cielo debe
rendirse a sus pies y toda la humanidad debe reverenciarles.
¡Pero NO!
Las mujeres de valor no somos así, las mujeres de valor no nos
ufanamos de lo exterior cuando por dentro sólo somos miseria, las mujeres de
valor no nos rendimos ante lo que la gente nos impone, las mujeres de
valor no caminamos orgullosas por estar a “la moda” sino que caminamos
orgullosas al sabernos mujeres inteligentes, de espíritu libre y amor sin
límites, porque no nos interesa ser modelos, o bueno sí, “modelos de mujeres”.