Papito Dios:
“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera;
porque en ti ha confiado. Confiad en Dios, porque en el Señor está la fortaleza
de los siglos”.
(Isaías 26:3-4)
La serenidad no es otra cosa que la calma. Creo que es esa tranquilidad que tú me
permites sentir aún cuando muchas veces pienso que mi mundo se deriva, o que
las ilusiones se han hecho trizas.
Es cuando veo la mar de los problemas intensificarse y
siento que los vientos me quieren derivar, pero aún así muy dentro de mi
corazón algo me hace sentir calmada, porque sé que tengo estabilidad y
seguridad cuando tú estás conmigo. Porque tú presencia en mi vida me hace sentir a salvo aún cuando pareciera
que estoy cerca del abismo.
Es la paz que me permites experimentar y que los demás
a mí alrededor muchas veces no logran comprender. Entonces actúo con firmeza
porque en medio de mis decisiones, sé que tú estás dirigiéndome con sabiduría.
Es la mansedumbre y el dominio propio que me das,
cuando vienen personas a intentar provocarme o queriendo hacer que me salga de
control para ver hasta dónde puedo llegar.