Igual que cuando eramos niños nos quedaban chicos los juguetes y ropa favoritos, a veces ya de adultos nos quedan chicas algunas cosas: gente, empleos, casas. Esto puede causar confusión. Podemos preguntarnos por qué alguien o algo que era tan especial e importante para nosotros el año pasado ya no encaja del mismo modo en nuestra vida hoy. Podemos preguntarnos por qué han cambiado nuestros sentimientos.
Cuando éramos niños, quizá tratamos de que nos quedara una prenda de vestir que era grande para nuestro cuerpo. Ahora, de adultos, podemos atravesar épocas en que tratamos de forzar actitudes que ya hemos rebasado. Quizá necesitemos hacer esto para darnos tiempo y cuenta de la verdad. Lo que funcionaba el año pasado, lo que era tan
importante y tan especial para nosotros en tiempos pasados, no nos funciona ya más porque hemos cambiado. Hemos crecido.