¿Eres un perfeccionista
empedernido? ¿Tienes que hacer todo tu mismo porque nadie lo hace como tú?
Valoras a las personas a tu alrededor inclusive a ti mismo por lo que han
conseguido en la vida? ¿Tuviste padres demasiado exigente o rígidos? Necesitas
aprender a manejar la frustración, a bajar tu nivel de exigencia, a trabajar en
equipo y a confiar en los demás. ¡Tómalo suave, nada es tan importante como
para hacerte perder la calma!
El perfeccionismo se ve
reflejado de diferentes maneras en nuestra vida cotidiana, por ejemplo: el que
orientamos hacia nosotros mismos, cuando nos planteamos metas y propósitos
imposibles de alcanzar, cuando nos exigimos mucho más de lo que en realidad
podemos hacer, dar o lograr. Pero también, cuando lo dirigimos hacia otros, esperando
que respondan a las exigencias que les hacemos de la misma manera como con
nosotros, ignorando nuestras diferencias y muchas veces, sin querer,
forzándolos a ser quienes no son. Y por último, cuando pensamos que los demás
nos observan constantemente, esperando lo máximo de nosotros, entonces,
comenzamos a exigirnos a riesgo de perder la calma, el bienestar y hasta
nuestra identidad en aras de obtener su aprobación.