“Pedid a Dios todos los días que aumente vuestra fe, y la
esperanza y caridad que descuidáis también; pero sobretodo la fe, pues con la
fe florece la humildad y las cositas malas que guardáis en el corazón se vencen
con mayor facilidad.”
Tenemos muchísimos problemas en la vida, tantos que
recurrimos a todos buscando ayuda… ¿pero se han dado cuenta de que olvidamos
recurrir al más importante de todos?
Dios es nuestro mejor amigo, aquel con quien podemos
hablar de cualquier cosa y contarle nuestras cosas, incluso cuando nos esté
faltando la fe. Y así es, muchas veces nos falta fe, dudamos mucho, nos cuestionamos a nosotras
mismas, y cuestionamos a Dios. ¿Cómo es posible?
Siempre le comento a las personas que me siento culpable
porque me falta la fe para muchas cosas de la vida, me fallan las esperanzas, y
eso pasa porque no estoy avanzando en la dirección correcta. No estoy pidiendo
a Dios del modo que debiera, no hago oraciones como debiese, y además, siempre
resulta que nos pasamos el tiempo pidiendo, poco contentas con lo que tenemos…
y eso no es bueno.