Permitirnos
recibir amor es uno de lo más grandes retos que enfrentamos en la recuperación.
Muchos
de nosotros nos hemos bloqueado de recibir amor. Podemos haber vivido con gente
que usaba el amor para controlarnos. Estarían con nosotros, pero a un alto
precio para nuestra libertad. El amor se nos daba, o se nos retiraba, para
controlarnos y tener poder sobre nosotros. Nosotros no nos sentíamos seguros
recibiendo amor de
estas personas. Podremos habernos acostumbrado a no recibir amor, a no reconocer nuestra necesidad de amor, porque vivimos con gente que no tenía verdadero amor para dar.
estas personas. Podremos habernos acostumbrado a no recibir amor, a no reconocer nuestra necesidad de amor, porque vivimos con gente que no tenía verdadero amor para dar.
En
algún punto en la recuperación reconocemos que nosotros, también, queremos y
necesitamos ser amados. Podemos sentir embarazosa esta necesidad. ¿A dónde
vamos con ella? ¿Qué podemos hacer? ¿Quién nos puede dar amor? ¿Cómo podemos
determinar de quién fiarnos y de quién no? ¿Cómo podemos dejar que los otros se
preocupen por nosotros sin sentirnos atrapados, abusados, asustados e incapaces
de preocuparnos de nosotros mismos?