El sentimiento de haber sido
lastimados y el de ira son los más difíciles de encarar. Nos podemos sentir
vulnerables, asustados e impotentes cuando estos sentimientos comienzan a
aflorar, porque pueden disparar el recuerdo de ocasiones similares en que nos
sentíamos impotentes.
A veces, para recuperar el
sentido de control, quizá castiguemos a la gente que está a nuestro alrededor,
ya sea que los culpemos de esos sentimientos o que sean víctimas inocentes.
Quizá tratemos de “desquitarnos” o de manipular a espaldas de la gente para
ganar la sensación de poder sobre la situación. Estas acciones quizá nos den un
sentimiento temporal de satisfacción, pero sólo nos harán posponer la decisión
de afrontar nuestro dolor.
Sentirse herido no tiene que
ser algo tan atemorizante ni tenemos que trabajar tan duro para evitarlo.
Aunque sentirse herido no es tan bonito como sentirse feliz, los sentimientos
siguen siendo eso, sentimientos.
Podemos someternos a ellos,
sentirlos y seguir adelante. Eso no significa que tengamos que buscar sentirnos
heridos o detenernos innecesariamente en este tipo de sentimientos El dolor
emocional no tiene por que devastarnos. Podemos sentarnos derechos, sentir el
dolor, indagar si necesitamos hacer algo para cuidar de nosotros mismos y luego
proseguir con nuestra vida.