Lo
que sale por nuestra boca trae consecuencias. Todo lo que decimos
es escuchado, aunque no sea más que por nosotras mismas.
Cuidemos lo que decimos, tengamos cuidado con las palabras que
utilizamos.
Más vale callar que hablar de más.
¿Escuchas habitualmente lo que te dices o dices a otros? Hablar es
tan automático, que a veces sucede que las palabras se escapan de nuestro ser y
materializan en situaciones y momentos nada agradables.
¡Decimos cosas sin
querer!
Lo cierto es que el acto de hablar no es inocente, las palabras que aún
creemos decimos “sin querer” son seleccionadas por nuestro cerebro antes de
salir a escena, de ahí aquella famosa frase que reza “Uno es esclavo
de lo que dice, y dueño de lo que calla”.
El lenguaje como tal es un instrumento de construcción; ¿constructor de? posibilidades, puertas que se abren, o puertas que se cierran. Nosotros no
solo somos lo que comemos, sino lo que decimos.
Aprender a utilizar nuestra habla, podría indicar un antes y un después
en el comienzo o fin de nuestras historias irresueltas.