El amor no se vende, es un sentimiento, no
tiene precio. Pero el
amor a veces queda confinado a un rincón del corazón a favor de un poco de
comodidad y seguridad.
Nadie quiere reconocer que vende su amor, pero muchas veces nuestras
acciones así lo parecen demostrar. ¿Por qué sino nos quedamos junto a
hombres que nos dan casa, comida, ropa y caprichos, pero que a su vez nos hacen
sufrir abusos o simple falta de amor?
Se suele decir que en el amor no existen obstáculos que puedan vencerse, que
no existe condición social, religión, raza ni credo para el amor, que el amor
es una necesidad que no está reservado a ser sólo para ricos o pobres, que no podemos vivir sin amor, que es algo
que debe estar presente en todo lo que vemos y tocamos, en nuestra familia y
amigos.
Sucede que concentramos nuestros pensamientos en obtener amor de pareja,
y esperándolo o no, el amor de un hombre nos llega tarde o temprano, muchas
veces de un modo equivocado. Otras veces llega tal como soñamos, a la altura de
nuestras expectativas, o eso se piensa al principio; puede ser un hombre
apuesto, emprendedor, en una buena posición económica, incluso tal vez mejor de
lo que esperábamos.