El proceso de adaptarse al cambio y a la pérdida consume
energía. La pena nos drena, a veces nos deja exhaustos. Algunas personas
necesitan “meterse en su capullo para transformarse”, según las palabras de Pat
Carness, mientras atraviesan el proceso de duelo.
Nos sentimos más cansados de lo común. Nuestra capacidad
para funcionar bien en otras áreas de nuestra vida puede reducirse
temporalmente. Quizá queramos escondernos en la seguridad de nuestro
dormitorio. La pena es gruesa. Nos puede acabar.
Está bien ser gentiles con nosotros mismos cuando estemos
atravesando cambios y el proceso de pena. Queremos mantener las disciplinas de
la recuperación, pero podemos ser compasivos con nosotros mismos. No tenemos
por qué esperar más de nosotros mismos de lo que podemos dar durante estas
épocas. Ni siquiera tenemos por qué esperar tanto de nosotros mismos como
esperaríamos normal y razonablemente.