martes, 31 de enero de 2012

DIOS ME DA SERENIDAD


Papito Dios:

“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Dios, porque en el Señor está la fortaleza de los siglos”.
(Isaías 26:3-4)

La serenidad no es otra cosa que la calma. Creo que es esa tranquilidad que tú me permites sentir aún cuando muchas veces pienso que mi mundo se deriva, o que las ilusiones se han hecho trizas.

Es cuando veo la mar de los problemas intensificarse y siento que los vientos me quieren derivar, pero aún así muy dentro de mi corazón algo me hace sentir calmada, porque sé que tengo estabilidad y seguridad cuando tú estás conmigo. Porque tú presencia en mi vida me hace sentir a salvo aún cuando pareciera que estoy cerca del abismo.

Es la paz que me permites experimentar y que los demás a mí alrededor muchas veces no logran comprender. Entonces actúo con firmeza porque en medio de mis decisiones, sé que tú estás dirigiéndome con sabiduría.

Es la mansedumbre y el dominio propio que me das, cuando vienen personas a intentar provocarme o queriendo hacer que me salga de control para ver hasta dónde puedo llegar.







Experimento serenidad cuando después de un día cansado y cargado, muchas veces las lágrimas se derraman de mis ojos y suspiro al recordar que tú recoges cada una de ellas y me abrazas con tu inmenso amor.

Me regeneras, refrescas y alientas mi vida. Me infundes nuevas fuerzas. Inyectas y soplas en mí de tu templanza. Y sigo aquí aferrándome a vivir prisionera feliz de tus promesas. Sabiendo que en ti todo tiene sentido.

Por eso humildemente reconozco y te suplico que nunca me faltes. Sé que siempre estás conmigo, pero yo quiero hacerte saber lo imprescindible que eres para mí. Sígueme dando serenidad para poder enfrentar cualquier cosa que venga con valor y con la absoluta confianza de que tú me llevarás hacia un lugar más alto.

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