¿Alguna vez alguien lo ha ofendido? ¿Acaso su cónyuge le
ha sido infiel? ¿Sus hijos lo han desilusionado? ¿Alguna persona lo ha
engañado? La manera en que respondemos a las experiencias difíciles de la vida afecta
en forma directa nuestro bienestar espiritual.
la Biblia dice: “No os venguéis vosotros mismos, amados
míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la
venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:39). Él es quien imparte justicia.
Él quiere hacerse cargo del juicio —tal vez ahora, pero sin duda alguna en la
eternidad.
Debemos practicar
el perdón, transformando heridas en cicatrices.
Perdonar implica
eliminar todos los sentimientos y pensamientos negativos hacia la otra persona.
El resentimiento, el odio, el deseo de venganza deben desaparecer con el perdón
genuino. En este sentido, perdonar es un proceso similar a la curación de una
herida: al principio, está abierta, sangra fácilmente y duele. Pero, una vez se
ha convertido en cicatriz, ya no duele ni sangra. El perdón es como transformar
heridas abiertas en cicatrices. De esta ilustración se desprenden varios
aspectos importantes.
Un proceso largo y
costoso. La disposición a perdonar puede –y debería-
ser inmediata; ésta es la voluntad de Dios. Pero llegar a completar el proceso
emocional y moral del perdón suele llevar su tiempo. Hay un camino a recorrer
desde el momento en que se decide perdonar hasta que se hace efectivo. pero no
antes de pasar por un dilatado proceso (seguramente meses) en el que tuvo que
luchar contra sus propias reacciones. Es importante, sin embargo, afirmar desde
el primer momento: «estoy decidido a perdonar, aunque la curación de mis
heridas requiera más tiempo».
¿Amigos de nuevo? La
meta primera del perdón no es que las partes enfrentadas vuelvan a ser amigas,
sino que eliminen el veneno de su corazón. Hay veces en que es imposible volver
al mismo tipo de relación después de una ofensa grave. Así ocurre, por ejemplo,
en algunos casos de divorcio. Dios no nos pide un ejercicio de masoquismo
restaurando relaciones imposibles. La reconciliación es un resultado deseable,
pero no siempre posible. Pero sí que nos pide amar al ofensor con
el amor sobrenatural que es fruto del Espíritu,
Alguien dijo que el perdón es la mejor manera de librarse de los
enemigos.
¿Perdonar requiere
olvidar? La mente humana es como un álbum de recuerdos
que permanecen para siempre. No podemos esperar que el perdón borre estas
memorias. Ello sería absurdo. Cuando hay perdón, el recuerdo de una experiencia
dolorosa sigue ahí, pero ya no evoca sentimientos negativos u odio. La idea de
la cicatriz nos ayuda a entenderlo: la cicatriz es el recuerdo de un trauma
pasado; queda ahí para siempre, pero ya no duele ni sangra ni se infecta. La
herida está cerrada. No podemos borrar los recuerdos de nuestra mente,
pero sí podemos quitar el veneno de esos recuerdos. En realidad,
recordar puede ser positivo porque nos evita repetir los mismos errores o
faltas. Alguien dijo, refiriéndose al holocausto judío, que recordar es la
mejor vacuna para no repetir.
El problema con la
frase «yo perdono, pero no olvido», frecuente en labios de algunas personas, es
que siguen albergando deseos de venganza y resentimiento en su corazón. No hay
un simple recuerdo; es el recuerdo más su correspondiente dosis de veneno. Esta
actitud sí es pecado.
Dios es el único
que puede perdonar y al mismo tiempo olvidar porque él está fuera del tiempo
«Yo, yo soy el que borro tus rebeliones... y no me acordaré de tus pecados» (Is. 43:25)
muy buenos dias, te felicito por tu portada está linda.. y quiero decir que la justicia protege los pasos del inocente pero la impiedad suplanta al pecador. que tenga un lindo fin de semana.
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