Una relación de pareja necesita de un constante interés por nuestra
parte: lo que no cuidamos se pierde en nuestro olvido. Una pareja no
sobrevive por si sola ni por el esfuerzo desmedido de una de las partes. Una
relación es de dos personas que se
comprometen y luchan “hombro a hombro” por estar juntas.
El orgullo, el ego, el miedo, la desconfianza y muchos otros
sentimientos que manejamos de forma negativa nos hacen crear un círculo vicioso
en donde no gana nadie, pero en el que sí perdemos todos: ¿Cuántas veces no has pronunciado un
“lo siento” por orgullo? ¿Cuántas veces en un momento de disquisición has
preferido hacer como si odiaras a aquella persona? ¿Cuántas veces pensando en
la seguridad de tenerle a tu lado, te has olvidado de dar aquellos detalles que
tanto le cautivaban?
El amor necesita de constante esfuerzo
Las relaciones de pareja necesitan de un continuo esfuerzo de nuestra parte por mantenerlas, debemos ser consientes de lo que damos y a la vez de lo que estamos recibiendo:
Las relaciones de pareja necesitan de un continuo esfuerzo de nuestra parte por mantenerlas, debemos ser consientes de lo que damos y a la vez de lo que estamos recibiendo:
·
Si en
lugar de dar apoyo y amor estamos dando un espaldarazo, no podemos esperar que
nos entreguen un camino lleno de flores.
·
Si por el
contrario, somos nosotras las que no estamos recibiendo nada, ¿qué hacemos
entregadas a una relación que sólo nos deja desencantos?
La pareja es cuestión de dos.
Aunque puede parecer evidente, una pareja es cuestión de dos. No puedes hacerlo todo tú sola y tampoco puedes esperar que él lo haga solo, porque cuando eso sucede, la relación se convierte en un interminable tormento en donde vamos de cansancio en cansancio, de decepción en decepción, de desacierto en desacierto.
Aunque puede parecer evidente, una pareja es cuestión de dos. No puedes hacerlo todo tú sola y tampoco puedes esperar que él lo haga solo, porque cuando eso sucede, la relación se convierte en un interminable tormento en donde vamos de cansancio en cansancio, de decepción en decepción, de desacierto en desacierto.
Decimos que el amor es como las plantas: hay que abonarlas para
que crezca de manera sana; pero nunca decimos quienes son los encargados de
abonar ese amor: ¿tú? No. ¿Tú pareja? No.
Te preguntarás el porqué de las anteriores negativas: cuando desde
nuestra individualidad cuidamos de la planta del amor, puede crecer con muchos
rezagos: sólo posee nuestra visión de vida, nuestro lado de la historia,
nuestros pensamientos, nuestros sentimientos; lo mismo pasa si quien cuidara de
la planta del amor sólo fuera nuestra pareja…
En el amor no hay un yo sin un nosotros.
Lo cierto es que el amor no conoce de un “yo”, conoce de un “nosotros” en donde somos capaces de conciliar en lugar de imponer nuestra voluntad, hecho que no significa perder nuestras convicciones, sino manejarlas de tal manera que podamos caminar al lado de nuestro amado y compartir con él desde lo que cada uno es.
Lo cierto es que el amor no conoce de un “yo”, conoce de un “nosotros” en donde somos capaces de conciliar en lugar de imponer nuestra voluntad, hecho que no significa perder nuestras convicciones, sino manejarlas de tal manera que podamos caminar al lado de nuestro amado y compartir con él desde lo que cada uno es.
Al amor siempre hay que abonarlo, pero no en soledad, sino en
pareja; en la continúa construcción de un “nosotros” que nos permita adornar un
presente con los más bellos momentos y soñar con un futuro juntos, porque el
amor es cuestión de dos corazones que deciden ser uno.
No hay relación de pareja que funcione si sólo uno pone todo de su
parte. Ambos debemos poner de nuestra parte si queremos conservar y
madurar el amor que nos tenemos.
Es algo que lleva trabajo y dedicación, siempre hay que estar
cuidándolo… pero el esfuerzo merece la pena, el amor que perdura con los años
es el más bello.
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