El amor no se vende, es un sentimiento, no
tiene precio. Pero el
amor a veces queda confinado a un rincón del corazón a favor de un poco de
comodidad y seguridad.
Nadie quiere reconocer que vende su amor, pero muchas veces nuestras
acciones así lo parecen demostrar. ¿Por qué sino nos quedamos junto a
hombres que nos dan casa, comida, ropa y caprichos, pero que a su vez nos hacen
sufrir abusos o simple falta de amor?
Se suele decir que en el amor no existen obstáculos que puedan vencerse, que
no existe condición social, religión, raza ni credo para el amor, que el amor
es una necesidad que no está reservado a ser sólo para ricos o pobres, que no podemos vivir sin amor, que es algo
que debe estar presente en todo lo que vemos y tocamos, en nuestra familia y
amigos.
Sucede que concentramos nuestros pensamientos en obtener amor de pareja,
y esperándolo o no, el amor de un hombre nos llega tarde o temprano, muchas
veces de un modo equivocado. Otras veces llega tal como soñamos, a la altura de
nuestras expectativas, o eso se piensa al principio; puede ser un hombre
apuesto, emprendedor, en una buena posición económica, incluso tal vez mejor de
lo que esperábamos.
Y puede que inicialmente una relación no comience condicionada por el
dinero, y que en un principio realmente hubiese amor… Pero a veces lo que
bien comienza también se tuerce. ¿Qué
pasa cuando el hombre exige a la mujer, como compensación por el dinero y la
clase de vida que le está aportando?
¿Pero qué pasa cuando un hombre adinerado, cree tener lo que quiere y
cuando lo quiere, porque cree poder “pagarlo todo”, incluyendo el amor de una
mujer con la que de acuerdo a su dinero se asegura que ha de compartir el resto
de su vida, sin importarle si hay amor o no, piensa que dándolo todo tiene
asegurado el amor, la felicidad y hasta la fidelidad , y así sin darse cuenta o
pretendiendo que no se da cuenta, paga
“los te amo” y se siente dueño de la mujer que le da y le dice todo
lo que el espera.
La mujer, que inicialmente puede sentirse enamorada, rápidamente aprende
que el amor puro y verdadero es desplazado a un segundo plano. Se da cuenta de
que realizando un gesto amable, fingiendo un amor que no existe, tiene
asegurado un futuro sin sobresaltos o limitaciones financieras. Pero, ¿y el
amor dónde queda?
¿Puede la parte económica sustituir el amor?
¿Puede la parte económica sustituir el amor?
Muchas mujeres llegan a minimizar sus valores de mujer, fingen ser
felices y hasta hacen alarde de sus valores materiales que son capaces de
conseguir de su pareja lo que quieren y en el momento que lo quieren, pero, ¿y el amor? Consiguen todo
materialmente hablando, pero carecen del amor y del respeto de aquel que piensa
que por su dinero puede hacer lo que quiera, incluyendo humillar y abusar
psicológicamente, en ocasiones incluso físicamente. Después de todo, los golpes
morales y físicos se tapan con los lujos y las comodidades. La mujer perdona, no precisamente
porque ama, sino por conveniencia, por miedo a perder lo que tiene,
¿lo que tiene? Si lo que tiene es la costumbre a esa clase de vida, a comprarse
las sedas que cubren ilusamente las heridas del corazón, prefieren quedarse en
una unión que se ha convertido en una jaula de oro, porque no se sienten
capaces de enfrentar la vida por si solas, con su propio esfuerzo.
Muchas mujeres amantes venden
su dignidad y amor propio, metidas en una relación paralela, se someten a los
caprichos de un hombre casado y aunque sabe y siente que su dignidad está
atropellada, no deja esa relación, prefiere engañarse a si misma, pensando que
él la ama porque le cumple sus gustos y mide “el amor” con el color del billete
o con las vacaciones que de vez en cuando reciben. ¿Y los hijos, cuándo los
podrá tener? ¿Es que no cuenta eso? La mujer muchas veces le pone precio a sus
sentimientos propios y a los de terceros, le pone precio a la felicidad
haciéndose y haciéndolos dependientes
de un puñado de billetes que
no compran la dignidad, ni el amor, ni el respeto propio, ni los principios y
valores morales.
Vale la pena preguntarnos, ¿quién
hace peor, el que compra sentimientos o quien los vende? Llámese esposo,
amante o novio, lo importante es saber que nuestra divinidad no tiene precio, una
joya valiosa no quita el sabor amargo de sentirse utilizada y lo que es peor,
siendo comprada, recuerda que eres única, eres valiosa en tu género, nadie,
tiene el derecho de rebajarte a un montón de cosas materiales que al final, se
deterioran y se destruyen, como podrías estar destruyéndote a ti misma.
“EL AMOR ES EL VALOR QUE NOS LLEVA A SEGUIR LOS DEMAS VALORES,
NO DEJES QUE SE APAGUE LA ESTRELLA DEL AMOR
SINO NOS QUEDAREMOS SIN ESPERANZAS”
EL AMOR Y LA PAZ SON FRUTOS QUE SOLO COSECHA LA VERDAD.
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