La realidad no es tan sencilla como simplemente borrar de nuestra mente
aquello que pasó. Por mucho que se quiera, no existe la amnesia; no se pueden
borrar las indelebles huellas de la
brutalidad, el abuso, el maltrato que en su momento nos deshumanizó, anuló o
humilló a manos de la persona que se supone debió cuidarnos y protegernos como
parte integral de si mismos.
Es muy difícil, por no decir imposible, borrar las cicatrices de las
heridas del pasado, borrarlas sería negarnos a nosotras mismas la recuperación,
porque si todo se olvidase no podríamos mirar con claridad hacia el futuro.
En la vida de toda mujer hay experiencias vividas que quisiéramos
olvidar, dejar atrás y no recordar nunca más.
Errores cometidos, maltratos, traiciones… cosas que pasaron pero no se
olvidan.
¡Quisiéramos olvidar, pero no podemos! No se puede borrar el
pasado, sólo nos queda aceptarlo y aprender a salir adelante.
En la vida muchas veces vivimos situaciones que nos dejan un recuerdo
doloroso e imborrable. Quisiéramos olvidar esos recuerdos, especialmente cuando
son por errores que hemos cometido que han tenido consecuencias… pero no se van
de nuestra mente.
¿Necesitamos olvidar?
Hay muchas opiniones contradictorias acerca de nuestra necesidad de
olvidar, comúnmente se nos sugiere que dejemos el pasado allí, en el pasado.
Pero a la vez también se dice que quien olvida el pasado está expuesto a
cometer otra vez los mismos errores, que quien ignora o se niega a si mismo el
pasado no tiene la capacidad de encontrar el camino hacia la superación y
recuperación emocional.
¿Olvidar por amor?
Muchas veces el ofensor, maltratador, infiel, etc., utiliza el nombre
del amor y la reconciliación, para alcanzar el perdón y el olvido de ofensas y
daños del que en algún momento hizo a sus víctimas, para volver de nuevo a lo
que perdió,para recuperar familia, el hogar, el respeto y el amor de los que se
pudieron haber quedado por un lado, pensando ilusamente que podría empezar una
nueva vida.
¿Es bueno olvidar?
Si pretendemos borrar ese pasado, no podremos identificar adecuadamente
aquellas señales que generalmente tienden a repetirse una y otra vez, como
cuando la persona que ofende vuelve de nuevo al patrón del poder, abriendo de
nuevo las heridas y dejando de nuevo, dolor y desolación al romper las
ilusiones y las esperanzas de rehacer nuestra vida con la misma persona.
Si las dos partes afectadas no asumen su sincera responsabilidad de lo
sucedido durante esa parte de convivencia, los daños emocionales seguirán
haciendo daño a todo un núcleo familiar y probablemente por el resto de vida de
cada uno de sus componentes, especialmente esposa e hijos. Por lo tanto,
valdría la pena tratar de no ignorar el pasado, para buscar y
lograr la recuperación, porque sólo recordando el dolor y el trauma que
sufrimos en el pasado podremos mantenernos alertas para no cometer los mismos
errores.
¿Perdonar para olvidar y dejar atrás?
Las mujeres amamos de corazón, y en nombre de ese amor, perdonamos,
creemos en las promesas de cambio, creemos que es posible por fin ser felices
con esa persona a quien amamos, creemos amar muy a pesar de cuanto haya hecho
para lastimarnos…
Los recuerdos de la mente no funcionan como archivos determinados que en
el momento que queramos borrar podamos eliminar con todas las carpetas y
archivos dentro, nuestra mente no funciona así.
No se trata de mantener vivos los recuerdos para traerlos a la mente en
cada detalle de nuestra vida por insignificante que sea, pero sí de recordarlo
para utilizarlo de modo que nos beneficie en el futuro. Como ejemplo de ello:
si vamos por un camino que está en muy malas condiciones, la próxima vez, al
recordarlo escogeremos otro camino para evitar pasar otra vez por el mismo
hostil camino.
El pasado, el hoy y el mañana
No vale aferrarnos a intentar olvidar, pero tampoco podemos vivir del pasado.
La vida continúa, nunca sabremos cuales o cuantos han sido los mejores momentos
de nuestra vida, así como tampoco sabremos nunca cuales han sido los peores,
porque todos los días, son diferentes, cada uno con sus propias alegrías y
tristezas normales de la vida, según sean las circunstancias.
No se puede vivir del pasado, pero a pesar de que este ya se fue, lo
podemos utilizar como referencia para evitar caer otra vez en los mismos
errores. También puede servir para aprender algo de ti, o como una lección de
humildad, de cualquiera de las dos partes que haya ofendido y lastimado.
Tampoco debes vivir del futuro, porque aún no ha llegado, así que vivamos el
presente, el aquí y el ahora.
Recuerda que el olvido no existe, no te afanes en la idea vana
de encontrarlo.
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