Todas soñamos con un hombre que nos ame, que nos consienta, cuide y
siempre esté pensando en nosotras… Un ser que nos llene de
esperanza, que respete nuestros espacios y nos tome de la mano para soñar
juntos con un futuro lleno de amor, en el que podamos reconocernos mutuamente
en los ojos.
Pero si esto es lo
que soñamos, si este es nuestro anhelo… ¿Cómo es que cambiamos tan fácil de
pensamiento?
Mirémoslo de esta
forma:
Reconocemos que el
amor es un sentimiento sublime, pero a la hora de buscar pareja, nos detenemos
en lo más sencillo, en lo superfluo y vano.
Zygmunt Bauman en su
libro "Amor Liquido” afirma que el amor se ha perdido, que ya todo se
desvanece en un parpadeo y no se hacen promesas con el sonido de una hermosa
serenata a la luz de la luna.
Ciertamente, lo que
reprocha Bauman es la capacidad que poseen las sociedades contemporáneas para
engañar a su propio corazón y hablar de amor cuando sólo se padece la
fiebre posmoderna del enamoramiento.
Sin duda, la paradoja
es que busquemos construir eternidades en base a los espejismos de un
instante: la ideología que predomina es que el amor está en una simple
atracción sexual sin mayor trascendencia, sin mayores implicaciones que los
acercamientos físicos. Por eso empezamos a ver como normales creencias como el “ven,
besémonos mientras nos conocemos”, en lugar de un “ven conozcámonos y
luego decidimos si nos besamos o no”. Pareciera que fuésemos adolescentes
sin remedio en donde puede más el furor del momento y no la autoestima y el
sentido de valía por nosotras mismas.
Debemos
madurar, debemos definir lo que queremos y actuar en base a ello. Debemos
ser coherentes y no distraernos con las piedrecillas del camino. Permitámonos
conocer un amor verdadero, uno que sea capaz de esperar y sea un elogio a la
persistencia.
Tu corazón no es un
balón de fútbol, no juegues con él, no lo conviertas en semejante cosa. Tú no
eres un neto impulso, eres un alma que sabe que la atracción física no es
suficiente. Ya que ello es como contemplar una obra de arte: después de
observarla mucho, empiezas a buscarle nuevas significaciones –abstracciones, y
si no las encuentras, te aburrirás y pensarás que has estado contemplando un
arrabal de monotonías.
No nos dejemos
engañar por esa teoría del “amor a primera vista”, ¿acaso olvidas que el
tema se convierte en un truco para hacernos presas fáciles a las intensiones de
los hombres? El amor a primera vista, en realidad y lejos de las
fábulas, sólo es una fuerte atracción sexual, una explosión química que
no siempre da como producto final un buen compuesto.
El amor no se da de
sopetón, el amor es una edificación que se construye cada día con
esfuerzo y esperanza, porque piénsalo, si el amor a primera vista
existiera, nosotras quedaríamos prendadas para siempre del primer hombre guapo
que viéramos en la calle.
El amor no es un
hechizo de una barita mágica, es el hechizo de un corazón sincero que se
enamora y se reenamora incesantemente y como premio a su sensatez obtiene
correspondencia y plenitud. El amor no es de primera vista, es de mil y un
miradas…
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