“Pedid a Dios todos los días que aumente vuestra fe, y la
esperanza y caridad que descuidáis también; pero sobretodo la fe, pues con la
fe florece la humildad y las cositas malas que guardáis en el corazón se vencen
con mayor facilidad.”
Tenemos muchísimos problemas en la vida, tantos que
recurrimos a todos buscando ayuda… ¿pero se han dado cuenta de que olvidamos
recurrir al más importante de todos?
Dios es nuestro mejor amigo, aquel con quien podemos
hablar de cualquier cosa y contarle nuestras cosas, incluso cuando nos esté
faltando la fe. Y así es, muchas veces nos falta fe, dudamos mucho, nos cuestionamos a nosotras
mismas, y cuestionamos a Dios. ¿Cómo es posible?
Siempre le comento a las personas que me siento culpable
porque me falta la fe para muchas cosas de la vida, me fallan las esperanzas, y
eso pasa porque no estoy avanzando en la dirección correcta. No estoy pidiendo
a Dios del modo que debiera, no hago oraciones como debiese, y además, siempre
resulta que nos pasamos el tiempo pidiendo, poco contentas con lo que tenemos…
y eso no es bueno.
Dios siempre tiene planes para nosotras, pero somos y nos
comportamos en forma egoísta. Queremos
que las cosas salgan a nuestra manera, y no damos oportunidad a que Dios haga
mejores cosas para nosotras. No tenemos paciencia, carecemos de fe… de esa
misma fe que mueve montañas con sólo un pequeño grano de ella.
Muchas veces la falta de amor, el egoísmo excesivo, y la
falta de confianza que tenemos en nosotras mismas, no nos permite ver bien las
cosas y acabamos actuando como si el mundo estuviese en deuda con nosotras,
como si aquellas cosas que nos atormentan no les atormentasen también a otras
personas, como que a nadie pudiera importarle.
Pero es precisamente en los momentos de dificultad,
cuando estamos afligidas en el corazón, el momento en el que debemos dedicar
tiempo de silencio para hablar con nuestro Señor. Dios siempre está escuchando
nuestras cosas, y aunque no obtengamos respuesta inmediata, ya llegará la
respuesta. Mientras llega confiemos, tengamos fe, intentemos mejorar, ser
mejores personas, y un día cualquiera nuestra vida se repondrá y habremos
logrado poner en orden nuestros sentimientos.
Pero es bueno dedicarle tiempo a quien tanto nos ama sin
pedirnos nada a cambio. Es bueno buscar a Dios, orar para que crezca nuestra
fe, y no cuestionar tanto su voluntad. Mejor que desesperarnos es esperar,
confiando que nuestras manos están en manos de Dios, nuestro padre amado, el
que sabe lo que realmente necesitamos en nuestras vidas.
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