Lo
que sale por nuestra boca trae consecuencias. Todo lo que decimos
es escuchado, aunque no sea más que por nosotras mismas.
Cuidemos lo que decimos, tengamos cuidado con las palabras que
utilizamos.
Más vale callar que hablar de más.
¿Escuchas habitualmente lo que te dices o dices a otros? Hablar es
tan automático, que a veces sucede que las palabras se escapan de nuestro ser y
materializan en situaciones y momentos nada agradables.
¡Decimos cosas sin
querer!
Lo cierto es que el acto de hablar no es inocente, las palabras que aún
creemos decimos “sin querer” son seleccionadas por nuestro cerebro antes de
salir a escena, de ahí aquella famosa frase que reza “Uno es esclavo
de lo que dice, y dueño de lo que calla”.
El lenguaje como tal es un instrumento de construcción; ¿constructor de? posibilidades, puertas que se abren, o puertas que se cierran. Nosotros no
solo somos lo que comemos, sino lo que decimos.
Aprender a utilizar nuestra habla, podría indicar un antes y un después
en el comienzo o fin de nuestras historias irresueltas.
El lenguaje nos hace grandes o nos condena.
En la actualidad se usa el término lenguaje transformacional, referido
a aquellas formas lingüísticas que aportan recursos positivos a nuestras
vidas. Sin embargo, el lenguaje es siempre de por si transformacional. Pues
como tal transforma mundos. Es más que una herramienta para describir; es
una táctica para crear.
El lenguaje como tal surge de la interacción social, de los vínculos
entre los humanos, por lo tanto más que un acto individual, es un fenómeno
social.
Existen tres formas de actuar frente a lo que deseamos:
1. Sentarnos a esperar que suceda.
2. Hacer que suceda.
3. Crear las condiciones para que
las cosas sucedan.
Sea cual sea tu postura, tu lenguaje es fundamental.
Si eres una persona que suele esperar a que las cosas sucedan,
fácilmente caerás en frases que no apoyan tu responsabilidad frente a los
eventos. Es el uso del discurso impersonal; cuando hablas recurrentemente
desde ahí; indicas a tus oradores que no deseas hacerte cargo de lo que dices;
y en realidad, si en el decir no te haces cargo, mucho menos en el hacer. Frases impersonales son: “se dice”,
“me contaron”, “Todos lo saben”, “Algunos” no hay un referente, un agente de la
acción, quien lo haya dicho puede ser cualquiera. La irresponsabilidad no
implica no dejar pendientes, sino no hacerme cargo de…
Otra forma de usar el lenguaje como debilitador de tu poder personal, es el
abuso del “pero”, si bien es un conector entre dos oraciones, debemos
considerar que lo anterior queda invalidado frente a su presencia.
Hablar por la negativa es otra característica para
minimizarte; cuando quieras establecer por ejemplo un objetivo, no lo definas
desde el lugar que quieres salir, sino que visualiza el estado deseado. No es
lo mismo, aunque te resulte parecido: No querer estar gorda – que adelgazar
5 kilos. Lo primero desgasta y castiga. Lo segundo empodera.
Tus metas deben ser el resultado de lo que quieras crear y no de lo que
no quieras hacer. Esta pequeña distinción convierte a tu lenguaje de
reactivo a proactivo.
Cumplir tus acuerdos, también fortalece tu
imagen y tu palabra. Quien
se compromete y no cumple, retrocede tres casilleros en el arte de su
autoimagen.
Las cargas emocionales con la que día a día convivimos nos desgastan,
purificar tu manera de relacionarte contigo misma y el mundo es fundamental
para el éxito de tu vida.
Andar por la vida con la queja ambulante, sólo traerá más obstáculos a
todo lo que observes. Párate en la acción. Lenguaje proactivo, positivo
–generador de oportunidades-, concreto, eficaz y eficiente.
EN RESUMEN:
Los seres humanos vivimos en mundos lingüísticos, y nuestra realidad es
una realidad lingüística. Creamos el mundo con nuestras interpretaciones,
relatos, y con la capacidad que nos proporciona el lenguaje para coordinar
acciones con otros.
El lenguaje desde el punto de vista ontológico es ACCIÓN; es GENERATIVO.
A través del lenguaje puedo describir el mundo que ya existe o crear o
modificar un mundo inexistente.
Cuando el mundo existe primero y yo con la palabra lo “describo” estamos
en el terreno de las AFIRMACIONES.
Cuando el mundo no existe y yo con la palabra lo “creo” o
“modifico”, estamos en el terreno de las DECLARACIONES.
En el ámbito de las AFIRMACIONES nuestro compromiso está en poder
mostrar evidencias de VERACIDAD o FALSEDAD.
En el ámbito de las DECLARACIONES nuestro compromiso estará en tener la
autoridad o el poder para VALIDARLAS O FUNDARLAS.
© Autor: Chuchi
González.
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