Muchas mujeres lo buscan
Muchas mujeres no creen en él.
Otras dicen haberlo encontrado.
¿Existe el hombre perfecto?Y de existir…¿cómo conseguir que esté a nuestro lado?
Por todos los tiempos, la mujer ha luchado siempre por formar la familia perfecta, siempre deseando
que sus hijos crezcan en un hogar con su papá y mamá. Eso fue lo que se
nos enseñó de niñas y ese es el ejemplo que queremos seguir, que deseamos darle
a nuestros hijos… y nos hacemos el propósito de encontrar al hombre perfecto, el
hombre con el cual hemos de pasar el resto de nuestra vida, aquel que estará
con nosotros en las buenas y en las malas.
En esa búsqueda, muchas veces vamos dando pasos en falso por la vida,
acercándonos a personas que idealizamos, pero la búsqueda continúa: “¿será
que el hombre perfecto existe?” Sí, sí que existe. Pero
cada vez que pensamos “éste es el indicado”, lo cubrimos con
ilusiones, sueños y anhelos… y más tarde se convierte en una verdadera
pesadilla, porque nos damos cuenta de que su personalidad se deteriora y da
paso a lo que realmente es: un hombre, un ser humano con defectos y
virtudes.
En toda esa lucha por encontrar al “hombre perfecto” se nos olvida
preguntarnos a nosotras mismas:“¿soy
yo la mujer perfecta?”
Deberíamos saber que no. No somos la mujer perfecta, no vamos a poder arreglar la vida de ningún hombre, porque si no podemos arreglar nuestros propios problemas, ¿cómo podremos arreglar los de otro? Tampoco un hombre puede arreglar la vida de una mujer. Debemos aprender que ningún ser humano es un elemento o un valor agregado. Un hombre es (y debe ser) alguien para compartir, alguien con quien brillar… no alguien que nos dé brillo.
Deberíamos saber que no. No somos la mujer perfecta, no vamos a poder arreglar la vida de ningún hombre, porque si no podemos arreglar nuestros propios problemas, ¿cómo podremos arreglar los de otro? Tampoco un hombre puede arreglar la vida de una mujer. Debemos aprender que ningún ser humano es un elemento o un valor agregado. Un hombre es (y debe ser) alguien para compartir, alguien con quien brillar… no alguien que nos dé brillo.
Cada persona enfrenta un pasado y un presente. Algunos más
complicados que otros, pero así es la vida y cada persona debe luchar por
resolver sus propios problemas. Nadie tiene la obligación de venir a
rescatarnos de nuestras condiciones de vida, de nuestra forma de pensar, de
nuestras penas y congojas. Ningún hombre es el “caballero andante” o el
“hombre perfecto” que ha de venir a “salvarnos”, a sacarnos del castillo
encantado (que hemos formado nosotras mismas por habernos creído incapaces de
salir por nuestra cuenta).
Debemos mantener en mente que, para soñar, debemos mantenernos
despiertas, aceptar lo que somos y lo que tenemos, debemos aprender a querernos
y a respetarnos, a ser felices con nosotras mismas. Debemos aprender que
el hombre perfecto está en un dar y recibir, en compartir, en la tolerancia, en
la confianza en nosotras mismas, y cuando encuentres con quién compartir lo que
eres y lo que el otro es, habrás encontrado al hombre perfecto.
© Autor: Amanecer
cautiva del amor.
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