viernes, 22 de marzo de 2013

¿EXISTE EL HOMBRE PERFECTO?



Muchas mujeres lo buscan
Muchas mujeres no creen en él.
Otras dicen haberlo encontrado.

¿Existe el hombre perfecto?Y de existir…¿cómo conseguir que esté a nuestro lado?
Por todos los tiempos, la mujer ha luchado siempre por formar la familia perfecta, siempre deseando que sus hijos crezcan en un hogar con su papá y mamá.  Eso fue lo que se nos enseñó de niñas y ese es el ejemplo que queremos seguir, que deseamos darle a nuestros hijos…   y nos hacemos el propósito de encontrar al hombre perfecto, el hombre con el cual hemos de pasar el resto de nuestra vida, aquel que estará con nosotros en las buenas y en las malas.


En esa búsqueda, muchas veces vamos dando pasos en falso por la vida, acercándonos a personas que idealizamos, pero la búsqueda continúa: “¿será que el hombre perfecto existe?” Sí, sí que existe. Pero cada vez que pensamos “éste es el indicado”, lo cubrimos con ilusiones, sueños y anhelos… y más tarde se convierte en una verdadera pesadilla, porque nos damos cuenta de que su personalidad se deteriora y da paso a lo que realmente es: un hombre, un ser humano con defectos y virtudes.
En toda esa lucha por encontrar al “hombre perfecto” se nos olvida preguntarnos a nosotras mismas:“¿soy yo la mujer perfecta?” 
Deberíamos saber que no.  No somos la mujer perfecta, no vamos a poder arreglar la vida de ningún hombre, porque si no podemos arreglar nuestros propios problemas, ¿cómo podremos arreglar los de otro? Tampoco un hombre puede arreglar la vida de una mujer.  Debemos aprender que ningún ser humano es un elemento o un valor agregado.  Un hombre es (y debe ser) alguien para compartir, alguien con quien brillar…  no alguien que nos dé brillo.

Cada persona enfrenta un pasado y un presente.  Algunos más complicados que otros, pero así es la vida y cada persona debe luchar por resolver sus propios problemas. Nadie tiene la obligación de venir a rescatarnos de nuestras condiciones de vida, de nuestra forma de pensar, de nuestras penas y congojas.  Ningún hombre es el “caballero andante” o el “hombre perfecto” que ha de venir a “salvarnos”, a sacarnos del castillo encantado (que hemos formado nosotras mismas por habernos creído incapaces de salir por nuestra cuenta).
Debemos mantener en mente que, para soñar, debemos mantenernos despiertas, aceptar lo que somos y lo que tenemos, debemos aprender a querernos y a respetarnos, a ser felices con nosotras mismas.  Debemos aprender que el hombre perfecto está en un dar y recibir, en compartir, en la tolerancia, en la confianza en nosotras mismas, y cuando encuentres con quién compartir lo que eres y lo que el otro es, habrás encontrado al hombre perfecto.

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