Otras
mujeres, cada vez más, nos
atrevemos a querer más, a desear más, y a soñar con más.
Y
hemos descubierto que la mujer puede lograr todo aquello que se proponga.
Ha existido por siempre,
desde años remotos, esa idea absurda de que la mujer sólo es útil en el hogar,
cuidando a los hijos, lavando y planchando… y aunque va más allá de todo
pensamiento sensato, nos damos cuenta de que la mayoría de las mujeres, aun
cuando trabajan y son profesionales (no
hablo de todas, por supuesto), tienen su autoestima baja, se
sienten inseguras y con la percepción de que no pueden hacer las mismas cosas
que los hombres.
Pese
a que logramos tener los puestos de trabajo que muchas veces hemos deseado, no
acabamos de sentirnos satisfechas o contentas, porque de algún modo sentimos
que en el fondo no nos lo merecemos.
Merecemos los logros
conseguidos.
Las mujeres tenemos una gran capacidad para dar. Cuando nos ponemos en algo, nos entregamos hasta lograrlo. Sólo necesitamos desearlo, quererlo y sentirnos seguras de nosotras mismas. De este modo, todo lo logramos.
Las mujeres tenemos una gran capacidad para dar. Cuando nos ponemos en algo, nos entregamos hasta lograrlo. Sólo necesitamos desearlo, quererlo y sentirnos seguras de nosotras mismas. De este modo, todo lo logramos.
A
su vez, bien es sabido que no a todos los hombres les gusta ser mandados por
mujeres (tener una jefa). Por eso nos crean problemas en el trabajo,
haciéndonos sentir mal desde el principio.
Como
mujeres, ante estas situaciones, no bajemos la cabeza, ¡al contrario!, debemos
enseñarles de qué estamos hechas: de un material fuerte por dentro y por fuera,
mostrémosles que somos muy capaces y estamos llenas de optimismo.
Las mujeres podemos ser igual de buenas liderando, igual de positivas e igual de
productivas que los hombres. Le
pese a quien le pese, las mujeres hemos demostrado ser tan valiosas como ellos.
La mujer aparte de ser inteligente, fuerte y hermosa, tiene ese ángel que le
hace desempeñar su trabajo con alegría y mucho ímpetu. Nuestra sonrisa enamora, nuestra
mirada encanta y nuestras manos son trabajadoras y ágiles, tanto en el hogar
como en la oficina.
Dejemos de lado esa idea de
que sólo nacimos para ser mandadas y para estar en el hogar.
¡Claro que es bello ser la reina del hogar y tener la alegría de ser la reina de la casa!, pero es más bello hacerlo de manera compartida con nuestra pareja para que todo funcione de manera perfecta. Que esto no sea una carga para tus hombros, sino todo lo contrario, que puedas disfrutar de tus logros y sentirte realizada tanto en el hogar como en el trabajo, porque eso nos hace sentirnos fuertes y plenas, protegidas por nuestra pareja, pero en igualdad de condiciones en cuanto al desarrollo personal y profesional.
¡Claro que es bello ser la reina del hogar y tener la alegría de ser la reina de la casa!, pero es más bello hacerlo de manera compartida con nuestra pareja para que todo funcione de manera perfecta. Que esto no sea una carga para tus hombros, sino todo lo contrario, que puedas disfrutar de tus logros y sentirte realizada tanto en el hogar como en el trabajo, porque eso nos hace sentirnos fuertes y plenas, protegidas por nuestra pareja, pero en igualdad de condiciones en cuanto al desarrollo personal y profesional.
La
vida es bella, tú eres bella. Tu
sentido de lo correcto debe ser así, pleno. Tu naturaleza femenina sobresale en
tus maneras, en tu caminar, en tu sonreír. ¡Y, por Dios, que el mundo se detiene cuando caminas
erguida, segura y hermosa por las calles!… porque sale por los poros de tu piel
la seguridad y firmeza que te hace bella ante los ojos de los demás.
No necesitamos de un hombre a nuestro lado para
decir que somos felices.
©
Autor: Shoshan.
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