Los
sentimientos agradables se pueden convertir en parte habitual de nuestra vida.
No hay
absolutamente ninguna virtud en el sufrimiento innecesario que muchos de
nosotros hemos sentido gran parte de nuestra vida. No tenemos por qué
permitirle a los demás que nos hagan sentir desdichados, como tampoco tenemos
por qué sentirnos desdichados nosotros mismos.
Un buen
día no tiene por qué ser "la calma antes de la tormenta".
Esa es una vieja forma de pensar que aprendemos en sistemas disfuncionales.
Tener
un buen día o un sentimiento agradable no significa que estemos en negación. No
tenemos por qué destrozar nuestros buenos momentos buscando obsesivamente un
problema o creándolo.
Disfrutar
de nuestros días buenos no significa que le estemos siendo desleales a nuestros
seres amados que tienen problemas. No tenemos por qué hacernos sentir culpables
porque los demás no están teniendo un día bueno. No tenemos porqué hacernos
sentir desdichados para ser como ellos. Ellos pueden tener su día y sus
sentimientos y nosotros podremos tener los nuestros.
Un
sentimiento agradable es para disfrutarlo. Más de lo que podamos imaginar, los
días buenos son nuestros si así lo pedimos.
"Hoy
me permitiré disfrutar de lo bueno. No tengo por qué destrozar mi día bueno o
un sentimiento agradable; tampoco tengo por qué dejar que los demás lo echen a
perder".
(Melody
Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).
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