Mientras llegamos a aceptar la pérdida y el cambio, podremos culparnos a nosotros mismos, a nuestro Poder Superior o a los demás.
La persona podrá tener relación con la pérdida o ser un inocente espectador. Podemos escucharnos decir a nosotros mismos: “Si tan solo él hubiera hecho eso... Si él no hubiera hecho eso... ¿Por qué Dios no hizo las cosas de otra manera?..."
Sabemos que culpar no ayuda. En la recuperación, las contraseñas son auto responsabilidad y responsabilidad personal, no culpar. En último término, el sometimiento y la auto responsabilidad son los únicos conceptos que nos pueden llevar hacia delante, pero para llegar ahí podemos necesitar darnos permiso de sentirnos enojados y de ocasionalmente incurrir en el reproche.
Es útil, al tratar con los demás, recordar que ellos, también, pueden necesitar atravesar su etapa de enojo para lograr la aceptación. No permitir a los demás, o a nosotros mismos, atravesar la ira y el culpar puede retardar el proceso de pena.
Confiemos en nosotros mismos y en el proceso de pena. No nos quedaremos enojados para siempre. Pero podemos necesitar ponernos furiosos un rato mientras indagamos qué hubiera podido ser, para finalmente aceptarlo como es.
"Dios mío, ayúdame a aceptar mi ira y la de los demás como una parte normal para lograr la aceptación y la paz. Dentro de ese marco, ayúdame a esforzarme por la responsabilidad personal".
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