No pidas amor hasta que estés listo para estar sanado lo
suficiente para dar amor y recibirlo.
No pidas alegría hasta que estés listo para sentir tu
dolor y liberarlo, para que puedas sentir alegría.
No pidas el éxito hasta que estés listo para conquistar
las conductas con las que lo sabotearías.
¿No sería bueno que
pudiéramos imaginarnos que tenemos o nos hemos convertido –y luego que hemos
recibido de inmediato- en aquello que queríamos? Podemos tener y ser todo lo
bueno que queramos. Todo lo bueno es nuestro si lo pedimos. Pero primero se
debe sembrar el campo, hacer un trabajo de preparación.
Un jardinero no plantaría
las semillas a menos que la tierra estuviera adecuadamente preparada para
cobijar y alimentar esas semillas. Plantarlas sería un esfuerzo desperdiciado.
Sería para nosotros un esfuerzo desperdiciado tener lo que queremos antes de estar
listos para ello.
Primero necesitamos hacernos
conscientes de nuestro deseo o necesidad. ¡Esto puede no ser fácil! Muchos de
nosotros nos hemos acostumbrado a callar la voz interior de nuestros deseos y
necesidades. A veces, la vida tiene que trabajar muy duro para captar nuestra
atención.
Luego dejamos ir nuestra
vieja "programación", las conductas y creencias que interfieren con
fomentar y promover lo bueno. Muchos de nosotros tenemos fuertes programas de
sabotaje, aprendidos desde la niñez, de los que necesitamos liberarnos.
Podremos necesitar "actuar como si" durante un tiempo hasta que se
vuelva realidad la creencia de que merecemos lo bueno.
Combinamos este proceso con
mucho dejar ir, mientras nos está cambiando hasta la médula. Hay una
naturalidad en este proceso, pero puede ser intenso. Se lleva su tiempo. Las
cosas buenas son nuestras si las pedimos, si estamos dispuestos a participar en
la labor de preparar el campo. Trabaja y espera.
"Hoy,
Dios mío, dame el valor para identificar el bien que quiero en mi vida y para
pedirlo. Dame también la fe y la energía que necesito para llevar a cabo la
labor de preparación que debo hacer primero".
Eres hermosa linda, no hay palabras para tanta ternura me gustaria conocerte.
ResponderEliminarRoberto.