"Quiero que las fiestas pasen cuanto antes, que me levante un día y
que hayan terminado". "Que no lleguen nunca". "No pienso
celebrarla, haré como si no existiera" Este y otros pensamientos similares
son sólo algunos de los que podemos oír en esta época del año. La Navidad,
hasta para los corazones más fríos, evoca nostalgia y recuerdos de algún tiempo
mejor. Y esa carga de sentimientos se antoja más grande cuando se echa de menos
a alguien, que ya nunca va a volver a estar. Sin duda, el dolor que produce la
pérdida de un familiar o amigo, en estas fechas, se vuelve más patente.
"Cuando se ha sufrido la pérdida de
alguien querido, la Navidad puede provocar un tremendo vacío y mucho dolor por
la ausencia de esa persona que nos ha dejado. Incluso mucho antes de que
lleguen estas fiestas, las personas ya empiezan a temerlas, a preguntarse cómo
van a poder con ellas, a desear que pasen lo antes posible", aseguran
Dulce Camacho, psicóloga y directora de Alaia (Asociación
de Ayuda a Enfermos Graves y Personas en Duelo) y su presidenta, Marta
Fernández.
Es una época difícil para las personas
en duelo ya que todo a su alrededor transmite alegría e incluso, señalan las
expertas, les duele ver que todo el mundo es feliz y que ellas están inundadas
por una inmensa tristeza. Además, si está en su primer año de duelo, "ese
tiempo resulta especialmente duro, pues es cuando se sucede el vivir 'el primer
cumpleaños sin...', 'las primeras vacaciones sin...' etc.", explica la
periodista Paloma Rosado, experta en trastornos psicológicos en niños y
adolescentes y autora del libro La revolución de la fraternidad.
Otro de los factores, además del tiempo
transcurrido de la muerte dentro de la evolución del duelo son las circunstancias
de la muerte, como por ejemplo la causada por un hecho traumático la edad del fallecido, el
vínculo afectivo que nos unía a él- mucho más intenso cuando se pierde a un hijo- o el apoyo social, etc. Todo esto
influye a la hora de afrontar la Navidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario