En la relación amorosa se pone en juego la libertad
individual a favor del vínculo. Pero un vínculo de esta clase no puede durar
porque la libertad es esencial para un ser humano, y en algún momento se pondrá
esta necesidad en evidencia.
No se puede elegir entre el amor de alguien y
los intereses personales. El sacrificio de renunciar a ellos por amor deja un
residuo de resentimiento que no se borra con besos ni abrazos.
La persona que vive para el otro sin
condiciones se opaca hasta quedar reducida a una sombra, la sombra del otro.
Esa devoción, lejos de atraerlo termina
alejándolo, porque sólo se puede amar a una persona con identidad propia.
En el amor de pareja el conflicto es parte de
la relación, porque son dos seres libres que pueden llegar a obstaculizarse
mutuamente.
El camino de la negociación es el único
viable en estos casos siempre que éste no implique estancamiento de alguno de
los dos.
El amor no puede ni debe ser una cuestión
puramente emocional, necesariamente debe ser un sentimiento reflexivo, porque
si no fuera así seríamos esclavos de él y además de podría llegar a convertir
en odio.
Como bien decía Freud, el único amor posible
sin condiciones es el de una madre por su hijo.
Los demás vínculos afectivos deben ser
racionales, no se puede aceptar, en nombre del amor, el desprecio, la
infidelidad, la mentira o el maltrato.
La persona que quiere vivir en permanente estado de
enamoramiento, alienada en el otro, se verá obligada a lo largo de su vida a
tener un gran número de parejas inestables y a sufrir la desilusión o el
abandono.
El amor no puede borrarlo a uno de la escena para ser el otro. El otro siempre
será otro diferente y nunca en una pareja los dos alguna vez podrán ser uno.
El amor maduro a veces llega gracias a una gran
desilusión. Después de haber sufrido un gran amor que también destruyó la
autoestima, se puede recuperar la razón y comenzar a creer que tiene que ser
posible amar y ser feliz al mismo tiempo.
Estar enamorado no es sinónimo de querer a
alguien, porque es un estado de alienación que idealiza al otro al extremo de
no verlo tal cual es.
Como con una droga somos esclavos de sus
efectos, aunque las acciones colaterales sean desastrosas.
Solamente es posible tener una pareja estable
por mucho tiempo cuando los dos siguen creciendo.
Es inútil pretender que alguien nos quiera si
no le place. En un amor sin esperanza somos perdedores de entrada porque no
existe nada menos atractivo que el que se humilla.
Además, lograr una conquista de esa manera
obliga a entregarse sin condiciones, porque todos sabemos que el que tiene el
poder en una relación es el que menos necesita del otro.
Por otro lado se está renunciando a la propia
dignidad, al respeto por uno mismo, porque la esclavitud se opone a la
dignidad, cuando uno se convierte en un objeto.
No todos los conflictos de pareja se
resuelven con una negociación, se necesita además una dosis de paciencia,
intercambio de opiniones, aprender a equilibrar las diferencias, establecer
acuerdos, armonizar desajustes, etc.
El amor romántico es un arma de doble filo,
nos puede dejar hechos picadillo y tiende a desaparecer en poco tiempo.
Si ustedes quieren ser felices siempre:
“VUELEN,
PERO JAMÁS SE ENCADENEN EL UNO AL OTRO”
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