Caminar con Dios es caminar en justicia: cuando permitimos que la
palabra de Dios alumbre nuestro pensamiento y corazón, la consecuencia
inmediata será un andar en justicia. Un andar en rectitud delante de Dios en
conformidad con su palabra. Puede que algunos te señalen como fariseo, legalista,
estricto o santurrón, pero es preferible eso a que todos te aplaudan y tu
conciencia te reprenda y censure en tu interior. La justicia es diáfana, es
clara como la luz, es simple y directa, es sólida. No necesita de argumentos
maquillados para sostenerse ni de entuertos rebuscados para obtener sus
victorias. Así, el caminar en justicia es un andar en libertad de conciencia
haciendo lo que es agradable al Señor.
Dice el
proverbio popular “Dime con quién andas y te diré quién eres”; no se camina con
Dios practicando la injusticia. No se está viviendo para Dios mientras se está
dando rienda suelta a los gustos y antojos de la carne. No es posible. Hay quienes
lo hacen: practican la injusticia y van a los templos cada domingo a “adorar”,
pero eso no es caminar con Dios, eso es jugar a la religión, y ese es un juego
que siempre termina mal.
“DIOS NO ELIGE PERSONAS CAPACITADAS,
ÉL CAPACITA A LOS ELEGIDOS”
Por más que convivamos en un mundo lleno de diferencias de todo tipo.RELIGIOSO,POLITICO,ECONOMICO,hay algo cierto, si reconocemos que por JESÚS compartimos una nueva condición humana. la de hijos de Dios, esto nos lleva a sentirnos liberados de odios,egoísmo y por tanto, saber que todos SOMOS HERMANOS que CONVIVIMOS en una misma sociedad y que siempre nos necesitaremos los unos a los otros. Nada más bello que decir NO a los odios, mentiras, engaños e injusticias.
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