En la confianza, el amor crece y se fortalece, pero
cuando adolecemos de ella, nuestro compromiso sentimental sufre un grave ataque
que le deja al borde de la muerte. Debemos confiar y entregar confianza para
que el amor pueda seguir existiendo, de lo contrario, perecerá.
Queremos mirar a los ojos del hombre que amamos sin
temores, sin dudas. Queremos sentir que ese amor es plenamente correspondido y
aceptado sin necesidad de que nosotras sintamos ganas de controlar a nuestro
amado. Pero existen oportunidades en las que esto se nos dificulta… ¿Por qué
será?
Algunas mujeres no confían porque sus corazones están
llenos de los fantasmas de un ayer: una mala experiencia les llenó de dolor y
ahora viven pensando en las heridas que no les serán ocasionadas nuevamente.
Otras, están llenas de inseguridades: se aman tan poco a sí mismas, que creen
que no son dignas de que alguien les ame con gran intensidad, otras porque su
pareja ya les fue infiel y ya no confían y otro grupo, se limita a pensar que
“todos los hombres son iguales”, por lo cual, no buscan otro hombre mejor para
sus vidas, se conforman con nada y se acostumbran a los atropellos. ¿Qué pides
tú?
Sean cuales sean nuestras razones para no tener fe en el
amor, debemos tener claro algo:
El ayer está muerto, nosotras somos quienes intentamos
resucitarlo para estropear los pasos que estamos dando en el presente, porque
es paradójico que recordemos más lo que nos hace llorar que lo que nos ayuda a
sonreír; por lo tanto, no hay razones para no creer cuando hemos sido
bendecidas con miles de nuevas oportunidades para amar.
Si nos seguimos atando a nuestros miedos, lo más probable
es que jamás podamos confiar y que en consecuencia, se nos escapen esos
maravillosos regalos que han llegado hasta nosotras.
Cada vez que buscamos el lado malo, la mentira, la
malicia, el engaño; nos estamos privando de confiar, de reconocer que el otro
no está con nosotras porque le hemos puesto un grillete en el pie, sino porque
prefiere estar con nosotras aún y cuando hay millones de mujeres más en el
mundo: ¡Nosotras somos las elegidas!
Es muy triste que no logremos ver las cosas en sus
verdaderas dimensiones: a veces provocamos que se repitan historias negras,
pero no porque lo deseemos, sino porque con nuestra actitud lo consentimos.
Debemos empezar por amarnos a nosotras mismas, por
reconocer nuestro inmenso valor y auto respetarnos. Esta es la única forma en
la que podemos confiar en nuestro amado: en la seguridad de que nosotras merecemos
ser amadas.
La decisión de confiar o no depende de nosotras, es
nuestra decisión convertirnos en detectives o en mujeres que amamos en
libertad.
“SI UNO QUIERE DESPERTAR CONFIANZA,
DEBE SER DIGNO DE CONFIANZA”
STEPHEN COVEY
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