La paz
interior es el conocimiento de que todo está bien, la compresión de que el Ser
Universal lo tiene todo bajo control, aun cuando nuestro mundo parezca a punto
de explotar. Nos llega cuando nos apartamos mental, emocional y
espiritualmente, y a veces físicamente, de los embrollos mundanos, de los
conflictos o de nuestras responsabilidades mal comprendidas.
La paz
interior se convierte en una realidad cuando trasladamos nuestro centro desde
los problemas que no podemos resolver hasta una visión más elevada de
compresión del porqué trascendemos. En
este traslado, dejamos caer la tristeza y las preocupaciones, la dicha que
queda es la paz.
Si
queremos recorrer con éxito el camino que nos lleva a la paz interior,
tendremos que desmontar algunos de los obstáculos personales que nos atenazan;
el miedo al futuro y las lamentaciones por el pasado no son más que los
primarios. El viaje completo a la paz interior significa que también tenemos
que superar los baches de la envidia, los desvíos de la impaciencia, las calles
sin salida de la terquedad y los puentes helados de la rigidez. Pero debemos
viajar. El viaje hacia la paz personal no se realiza en un coche aparcado.
¿El
camino de la paz? Pasa por la meditación trascendental o la oración en
meditación, que es una disciplina olvidada y mal comprendida. La meditación en
oración es una manera excelente de desarrollar la conciencia aumentada en todas
las áreas de la vida. Pero es fundamental para alcanzar la paz interior y para
conservarla.
Cuando
nos atrapan las preocupaciones, o las actitudes de ataque o defensa, estamos
desertando, en la práctica, de nuestras posibilidades de alcanzar ese
bienestar. La persona que está bien no está en casa. Por ejemplo, podemos estar
conduciendo, rabiosos por el tráfico, y perdernos por completo la hermosa
puesta de sol. En lugar de verla, nos centramos en escenas interiores de
preocupación y de miedo.
La
meditación y la meditación en oración nos ayudan a trasladar nuestra atención
al momento presente y al control de nuestra mente y de nuestro espíritu. Nos
vuelve a traer a casa. Podemos soltar nuestras preocupaciones y estar abiertos
y conscientes de la presencia divina. No conocemos otro medio más eficaz para
conseguir la paz interior. Destinar un rato cada día a esta actividad será el
mejor de los remedios para todos los males que acechan al hombre actual.
Cuando avanzamos por el camino de la paz
interior ésta nos ayuda a convertirnos en verdaderos pacificadores; pero no en
el sentido habitual de resolver las contiendas de otras personas o de otros
pueblos. Por el contrario, nos convertimos en pacificadores cuando producimos
la serenidad en nuestras almas. Entonces nos llenamos de un poder positivo, de
un espíritu que nos carga de energía. Y cuando esa energía se utiliza para el bien,
aumenta. Satisfará todas nuestras necesidades, y fluirá para ayudar a otros.
“CONSÉRVATE
PRIMERO TÚ MISMO EN PAZ
Y LUEGO
PODRÁS LLEVAR LA PAZ A LOS OTROS”
THOMAS DE KEMPIS
este articulo está muy interesante para los que estamos buscando paz,pero no lo sabemos entender.
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