¿Por qué haces esperar al amor? Hace rato que está al
lado de tu puerta y aún no te dignas a dejarlo entrar.
¿Acaso no te has dado cuenta de que el amor ha pasado
mucho tiempo contemplando tu ventana en espera de tu figura? ¿Por qué no le
abres la puerta y le invitas a tomarse un café mientras charlan sobre el
esplendor del más bello instante?
Tocar el cielo es fácil:
Hay que vivir del amor y para el amor.
Hay que amar cada segundo en el que tenemos la
oportunidad de vivir, puesto que es allí en donde apreciamos la grandeza del
universo.
Debemos amar incluso lo que a ratos no se nos hace muy
agradable, ello le pone cierto “picante “a nuestra existencia y nos recuerda
que no todo en este mundo debe ser como nosotras queremos que sea.
En muchas oportunidades, se nos pasa por alto o nos puede
parecer “tonto” e “inadmisible” amar tareas a las que no les damos mayor relevancia
como el comer. Sin embargo, ello en si ya es una bendición que amar: podemos
sentir el olor, el sabor, el gusto y las texturas de los alimentos; podemos ver
los colores y tenemos el placer de consumir algo que es de nuestro gusto. En
fin, en ese acto tan sencillo asistimos a una danza de los sentidos en la que
bailan nuestras percepciones,
sensaciones y evidenciamos la grandeza de ser humanas.
Amar parte de lo sencillo de la cotidianidad. Pero
resulta paradójico que pareciera que sólo en fechas especiales queramos demostrarles
a los demás cuanto les amamos… Quizá vivimos imbuidas por una rutina o un miedo
a la expresividad que sólo nos permite regalar migajas y cortos instantes de
amor… Pero lo cierto es que NADIE merece migajas ni cortos instantes.
Regalamos presentes con el ánimo de querer demostrarle a
alguien que le amamos, pero se nos olvida demostrar ese sentimiento a diario,
cuando tenemos la posibilidad de llenar su corazón a partir de las
bienaventuranzas de lo inesperado.
No hay nada sorprendente en que te regalen una golosina o
una valorizada joya: ambos son objetos sin vida, dotados de una frialdad que a
veces resulta desgastante. Estos objetos no representan en nada al amor, sólo
dejan entrever una cultura en la que prima lo material sobre los sentimientos,
en la que debemos dar presentes casi por “obligación” y qué problema se nos
arma si no damos algo que esté a la altura de la situación… Nos vemos obligadas
a dar un regalo de vuelta, pues si se me dio un presente, yo también debo hacerlo,
debo devolvérselo.
¡Y no! ¡Definitivamente no! No hay magia en este tipo de
detalles prefabricados y cuidadosamente pensados para no levantar una mala
acción del “qué dirán”.
Ningún objeto por costoso que sea, podrá llenar un alma,
la felicidad no se regala en forma de autos, ropa o chocolates.
La felicidad se regala en forma de besos, abrazos,
susurros, caricias y sentimientos. Esto sí configura un verdadero regalo,
puesto que con esto regalamos un pedacito de nosotras, que sólo nosotras
podemos entregar de forma calurosa y desinteresada… Esto, no puede adquirirse
con todo el dinero del mundo…
http://www.todamujeresbella.com/
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