Hay quienes sin merecerlo tienen más que nosotras, mujeres que no son la
mitad que nosotras pero que disfrutan de amor, felicidad y mucho más…
Si queremos ser felices tenemos que aprender a dejar la envidia de lado
y alegrarnos por los demás. A medida que lo logremos nosotras mismas
seremos más felices porque lo que deseamos a los demás lo acabamos disfrutando
nosotras también.
Sientes envidia cuando
una amiga o conocida se pasea bella y bien vestida, agarradita de las manos con
su novio o esposo… Se la ve feliz, tiene pareja y tú no tienes esa
felicidad que ella tiene. Al verles sonrientes juntos el estómago te hace
cosquillas mientras tu corazón parece un volcán a punto de erupción, quisieras
estar en su pellejo.
¿Por qué ella y yo
no?
Tu corazón no comprende porqué no tienes lo que ella tiene, tal vez te
lo mereces más que ella, “¿por qué yo no?” –te preguntas. Te defiendes a ti
misma pensando que en el fondo ella no es tan linda como se cree, que
tú mereces lo que ella tiene. Y cuando se lo haces saber de algún sutil modo y
ya se ha marchado, te sientes culpable, no sabes qué hacer con tus sentimientos
tan desagradables, ni cómo sentirlos.
Piensas mal de quien tiene más, consideras que tú debieras
tener lo que ella tiene, que lo mereces más. No te daría lástima que ella
perdiese lo que tú mereces más que ella… ¿Eres malvada por ello?
Todas hemos podido sentirnos así en ciertas ocasiones, pero la cuestión
está en que no debes permitir que esos feos sentimientos se arraiguen en tu
corazón, mente y vida. ¡No lo permitas!
¡Fuera envidia y
celos!
Es posible aprender a mirar con buenos ojos la felicidad de otras, aun cuando la vida nos esté dando la espalda y por tu propio bien te conviene proponértelo. ¿Sabes por qué? Porque…
Es posible aprender a mirar con buenos ojos la felicidad de otras, aun cuando la vida nos esté dando la espalda y por tu propio bien te conviene proponértelo. ¿Sabes por qué? Porque…
En la medida que aprendemos a alegrarnos por la felicidad de los demás,
nuestra propia vida mejorará. Cuando nos falta algo y logramos aceptar que
los demás lo tengan aun sin merecerlo, Dios y la vida misma nos acaba dando
mucho más de lo que deseamos. Cuando la envidia deja de
corroernos por dentro y fuera, la luz nos ilumina y el amor puede llegar a
nuestra vida y parecer un cuento de hadas (aunque bien es cierto, habrá noches
que a las doce retorne a sapo).
Depende de ti misma que cada día sea especial, es algo que te
tienes que proponer tú misma. Así, tal vez, la próxima vez que sientas
cosquillas en tu estómago y tu corazón hecho un volcán, no sea por envidia sino
por tu propia felicidad y la de los demás.
Porque al final todo lo que se desea para los demás… ¡a nosotras se nos
revierte y por partida doble!
Desea el bien para los demás, que cuando lo haces también facilitas
que tú misma seas feliz.
Autor: Nena en calidad de invitada espercial por: http://www.todamujeresbella.com/
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