Pensamos muchas veces que si amamos incondicionalmente obtendremos la
felicidad, o que amar así nos hará más valiosas para nuestra pareja. Así es
como muchas veces caemos en los errores más grandes, porque damos sin esperar
nada a cambio, nos entregamos sin pedir ni exigir igualdad de derechos y
obligaciones.
Las mujeres que se entregan sin condiciones nunca aprenden a poner
límites, y es muchas veces es la mujer misma quien le enseña a su pareja a
ser más egoísta, a pensar sólo en él y a no poner atención a las necesidades de
ella.
Pero, ¿somos en verdad incondicionales o estamos
poniendo condiciones para todo lo que hacemos o damos?
Sin darnos cuenta utilizamos la frase “hago esto por ti, pero con una
condición” estamos poniendo condiciones incluso a nosotras mismas, nos damos
cuenta de ello cuando hablamos de nuestra autoestima, lo vemos también cuando
estamos sufriendo por un amor fallido.
“Mi autoestima está muy baja porque me dijo cosas horribles, me va a
costar mucho recuperarme… pero lo voy a lograr, porque para amarme yo misma
tengo que sentir que valgo algo”.
Consciente o inconscientemente creamos condiciones que ni siquiera
nosotras mismas reconocemos, si vemos un poco dentro de nosotras mismas, nos
daremos cuenta que nos gusta amar pero con el condicionante de ser amadas a
cambio; buscamos razones para amar y que nos amen.
“Después de todo cuanto he hecho por él, se fue” esa frase tan común que
viene de una decepción amorosa sólo nos demuestra que inconscientemente pusimos
una condición para dar lo que dimos, “mis hijos no se acuerdan de mí pese a
todos los sacrificios que hice por ellos…”
Debemos poner condiciones, es igual o parecido a poner los
límites entre los derechos y obligaciones. La confianza se gana con acciones,
para conseguir lo que queremos o damos debemos poner en práctica buenas
acciones. Pero es necesario hablar, pedir, establecer las reglas necesarias en
el hogar y en el trabajo. Hay que poner límites y condiciones incluso con
las mejores y más queridas amistades, porque a un buen amigo se le quiere y se
le aprecia, pero cuando haces algo por ese amigo, íntimamente das por hecho que
estará allí cuando tú lo necesites.
No es malo dejar entender que se hace todo lo que está al alcance de
nuestras manos por alguien, que lo hacemos para merecer lo que queremos.
Llámese amistad, amor de pareja, amor de hijos, etc., lo cierto es que
necesitamos amar con condiciones. Si realmente pudiéramos amar
incondicionalmente, no existirían tantas personas sufriendo porque “él” o
“ella” decidió irse. Es bien sabido que si el amor es sin condiciones lo
importante es que la otra persona sea feliz, pero
esto no resulta tan sencillo, pues se sufre porque se espera que a la persona a
quien entregas amor te de amor, que te ame como tú le amas.
Creo que el único amor incondicional que existe es el de la madre hacia
sus hijos. Tenemos todo el derecho de poner condiciones, de señalar nuestros
derechos y obligaciones por igual, no importa en qué o con quien. No
olvidemos que tenemos el derecho de pedir en la misma medida que damos, es
muy importante recordar que es más hermoso dar que recibir, pero
también necesitamos recibir para sentirnos amadas, valoradas y apreciadas. Si
sentimos que no nos dan lo que merecemos pidámoslo, siempre existe la forma de
dar y recibir sin caer en el egoísmo ni la ambición.
Amanecer cautiva del amor.
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