Todas cometemos errores, eso es parte de ser humanas.
Pero duele mucho cuando el error que cometemos es el mismo que el de
antes. Cometer el mismo error duele hasta destrozarnos el alma.
Quisiéramos que la tierra nos tragara e hiciera desaparecer, pero
tenemos que ser fuertes, afrontarlo, levantar cabeza y mirar hacia adelante. El
pasado no se puede cambiar, el futuro sí.
¿Cuántas veces has cometido errores y cuántas veces has prometido no
volver a cometerlos?
Todas conocemos el desagradable sentimiento de darnos cuenta que hemos
fallado en algo que pensábamos que ya teníamos controlado, nos sentimos como
casos perdidos, deseando tener el poder de regresar en el tiempo para hacer las
cosas diferentes. Son muchas las cosas que podríamos cambiar y no cambiamos,
darnos cuenta de ello nos entristece y hace sentir que somos “casos perdidos”.
― ¡Trágame tierra, volví a caer!
A Muchas nos falta el valor y la fuerza para mirarnos a nosotras mismas y desearíamos poder escondernos o perdernos. Saber que has vuelto a fallar es algo que duele, especialmente si es que nos hemos fallado a nosotras mismas. Pensamos que igual si hubiésemos sabido el dolor y la frustración que provocan nuestros errores no hubiéramos vuelto a fallar de la forma que hicimos, pero lo hicimos.
A Muchas nos falta el valor y la fuerza para mirarnos a nosotras mismas y desearíamos poder escondernos o perdernos. Saber que has vuelto a fallar es algo que duele, especialmente si es que nos hemos fallado a nosotras mismas. Pensamos que igual si hubiésemos sabido el dolor y la frustración que provocan nuestros errores no hubiéramos vuelto a fallar de la forma que hicimos, pero lo hicimos.
No hay nadie que nos pueda salvar de lo insalvable, excepto nosotras
mismas, porque nadie nos obliga a cometer actos o acciones que sólo nos dejan
un mal sabor.
Muchas son las veces que nos dejamos llevar por la emoción del momento,
o en las que tomamos una decisión al impulso de sentimientos, sin razonar, sin
pensar en las consecuencias que nos afectan a nosotras mismas y de paso, muchas
veces también involucramos sin querer a terceras personas, haciéndolas sentir
tanto o más mal que a nosotras mismas. Y muchas veces llegamos a casos
extremos, seguimos viviendo en el error que podría durar de
por vida, pensando que tratar de rectificar y prometer no hacerlo de nuevo sólo
han sido promesas fallidas y condenándonos a nosotras mismas a vivir
equivocadamente dudando de nuestra capacidad, buen juicio y sobretodo, dudando
de nuestra fuerza de voluntad.
― En el pasado hemos errado, pero en el futuro no.
Lo ideal para una vida tranquila, sería no cometer errores, pero sabemos
que como humanos tropezamos una y otra vez y muchas veces esos tropiezos son
resultado de descuidos, de no cuidar el corazón y nuestros principios. Sin
embargo y a pesar de caídas y tropiezos, siempre tenemos la oportunidad de
rectificar, no importa con qué fuerza caigamos y nos fallemos a nosotras
mismas, lo importante es que retomemos fuerzas, que nos levantemos con más
impulso y sacudamos el polvo de nuestro corazón. Debemos evitar
reprocharnos los errores cometidos y mirar hacia adelante con nuevas
esperanzas, con el propósito firme de salir del fango en el que nos hundimos.
Nunca se es un caso perdido, tú nunca lo serás. Siempre
habrá esperanza mientras estés dispuesta a tomar ventaja de las oportunidades
para rectificar. Abrázate a ti misma, hazte sentir el amor que eres capaz de
dar a los demás, demuéstrate a ti misma que eres capaz de no provocar dolor por
una mala decisión, demuéstrate a ti misma que si eres capaz de salir del
estatus que tú misma has creado, no eres caso perdido. Habrá esperanza
para ti mientras en tu corazón tengas el deseo de salir adelante y gritarle al
mundo entero: “me equivoque una, dos y muchas veces, pero me he levantado
y no volveré a cometer el mismo error de nuevo”.
© Autor: Amanecer
cautiva del amor.
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