Los humanos nos acostumbramos a todo, como a los ojos morados,
los insultos y faltas de respeto. Tanto así que a veces lo asimilamos como
“parte del amor”.
Esto afecta incluso nuestras propias relaciones, pero no tenemos porqué
aceptarlo así, y hay cosas que podemos hacer para mejorar nuestras relaciones,
comenzando por educarnos como pareja, en lo que queremos, sentimos y
necesitamos.
Sabemos que la ausencia de respeto no está “bien”, pero creemos que si a
la mayoría les pasa, es algo “normal”. El lenguaje es un excelso tramposo: la
violencia es normal porque sigue un patrón dentro de una sociedad. Si la
mayoría son así, será porque así son los hombres; nos decimos por dentro. Pero
lo cierto es que violentar, humillar, maltratar a otro ser no tiene que ver con
el amor; me atrevo a decir que tiene que ver con la falta de amor, la carencia,
la urgencia de cubrir necesidades personales, e íntimamente unido a la
educación que hemos recibido de niños. Tal vez por eso, sería bueno
aprender a educarnos en pareja, a enseñarnos mutuamente como queremos que
nos traten.
Si estás en pareja este puede ser un nuevo rumbo hacia la consolidación
del afecto y el vínculo; compartirse, abrirse y saber que requiere cada quién
del otro, y lo que el otro puede y está dispuesto a entregar en la relación. De
esta forma evitaremos desilusiones, enojos, y malos entendidos. El gran
escritor Mario Varga Llosas dijo “Nuestra
madre nos parió una vez, pero todos los días debemos parirnos a nosotros mismos”
¡Estupendo! Es la educación que nos habilitada para la vida; es el conocimiento
que desarrollamos en el vivir cotidiano, y es la educación más importante; pues
de ella nacen nuestros ojos al mundo. Desde ahí actuamos o dejamos de actuar,
postergamos o vamos tras nuestros sueños.
Y esta iniciativa de “darnos” a nosotras mismas las habilidades para
coexistir en el medioambiente, es un mecanismo que deberíamos aprender a utilizar
en pareja.
Muchas parejas de años ni siquiera conocen los sueños íntimos y
personales de su compañero; no se han inquietado por saber de sus
intereses sobre determinados temas, anécdotas de la infancia, o traumas que le
hacen ser como quienes están siendo.
Abrir la puerta de nuestro interior es una
invitación rica y excitante, hay quienes creen que hacerlo nos deja en una
situación vulnerable, pero ¿Por qué deberíamos sentir eso frente a nuestra
pareja? ¿Por qué guardarme quién soy?
Cuando dudamos de ser lo que estamos siendo frente a la pareja, por
temor a sus críticas, reclamos, o burlas; un foco rojo se enciende.
Hay que trabajar para ser auténticas. Ni la otra, ni la de enfrente,
ni la de la televisión. Sólo yo. Y con eso ya tenemos bastante. Mucho más que
bastante.
Educarnos en pareja, es sensibilizarnos por el
mundo del otro, es un proceso de aprendizaje vivencial que reportará anclajes
en el alma.
Tanto hombres como mujeres tenemos creencias que nos limitan respecto al
sexo opuesto; y ellas nos dominan de forma inconsciente. Si comenzamos la
relación creyendo que “los hombres son infieles” ¿Qué confianza aceptaré
entregarle a mi pareja? ¿Dormiré con un ojo cerrado y el otro abierto? Si él
cree que las mujeres son todas unas “abusivas”, ¿cómo será contigo?
La sensibilización implica que ambos acepten las diferencias
que el género trae consigo, y revisar su sistema de valores;
comprender que lo que creemos no es un hecho, una verdad absoluta; sino una
interpretación.
Cuando él se refiera a una mujer de forma “grotesca” pregúntale ¿Para
qué lo haces? ¿Por qué hablas así si no conoces su historia de vida? Que
aprenda que su lenguaje no es inocente, que las palabras son cuchillos filosos
lanzados al aire. Y lo mismo sucede con lo que tú dices. “Todos los hombres son
mentirosos”, “Todos los hombres lastiman” ¿Qué mensaje estás dando? ¿Por qué
habría de ser diferente tu pareja? Si, tú estás vociferando a los cuatro
vientos el “ser” de ellos.
Por supuesto que llegamos a la relación con un equipaje emocional, pero
eso no nos determina.
Claves para sensibilizarnos:
·
Aceptar
las diferencias de género; tenemos un cuerpo físico diferente, un cerebro
diferente, ellos son estructuralmente pragmáticos, nosotras empáticas.
·
Aprender
a hablar en primera persona; hacernos cargo del discurso, de lo que
estamos diciendo.
·
Deshacernos
de creencias universales, totalizadoras; estos juicios son infundados
porque siempre hay una excepción.
·
Compartir temores
o dudas sobre la relación
·
Dejar de
vivir todo lo que ocurre como personal, entender que a veces uno explota
por cosas íntimas, y cuando sucede preguntar ¿Qué te pasa en realidad?
·
No querer
ser siempre el “culpable de todo”; eliminar preguntas como “¿qué te hice
ahora?” cuando sabemos que nada hemos hecho.
·
Reír, y
contagiar la alegría.
·
Darse
tiempo para mimarse.
·
Recordarse
que el amor no es para siempre, es ahora; por eso a disfrutarlo, no dejar para
mañana el “te quiero”.
·
No
compararse con otras parejas.
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