lunes, 20 de agosto de 2012

EDUCÁNDONOS EN PAREJA



Los humanos nos acostumbramos a todo, como a los ojos morados, los insultos y faltas de respeto. Tanto así que a veces lo asimilamos como “parte del amor”.
Esto afecta incluso nuestras propias relaciones, pero no tenemos porqué aceptarlo así, y hay cosas que podemos hacer para mejorar nuestras relaciones, comenzando por educarnos como pareja, en lo que queremos, sentimos y necesitamos.
Sabemos que la ausencia de respeto no está “bien”, pero creemos que si a la mayoría les pasa, es algo “normal”. El lenguaje es un excelso tramposo: la violencia es normal porque sigue un patrón dentro de una sociedad. Si la mayoría son así, será porque así son los hombres; nos decimos por dentro. Pero lo cierto es que violentar, humillar, maltratar a otro ser no tiene que ver con el amor; me atrevo a decir que tiene que ver con la falta de amor, la carencia, la urgencia de cubrir necesidades personales, e íntimamente unido a la educación que hemos recibido de niños. Tal vez por eso, sería bueno aprender a educarnos en pareja, a enseñarnos mutuamente como queremos que nos traten.

Si estás en pareja este puede ser un nuevo rumbo hacia la consolidación del afecto y el vínculo; compartirse, abrirse y saber que requiere cada quién del otro, y lo que el otro puede y está dispuesto a entregar en la relación. De esta forma evitaremos desilusiones, enojos, y malos entendidos. El gran escritor Mario Varga Llosas dijo “Nuestra madre nos parió una vez, pero todos los días debemos parirnos a nosotros mismos” ¡Estupendo! Es la educación que nos habilitada para la vida; es el conocimiento que desarrollamos en el vivir cotidiano, y es la educación más importante; pues de ella nacen nuestros ojos al mundo. Desde ahí actuamos o dejamos de actuar, postergamos o vamos tras nuestros sueños.
Y esta iniciativa de “darnos” a nosotras mismas las habilidades para coexistir en el medioambiente, es un mecanismo que deberíamos aprender a utilizar en pareja.
Muchas parejas de años ni siquiera conocen los sueños íntimos y personales de su compañero; no se han inquietado por saber de sus intereses sobre determinados temas, anécdotas de la infancia, o traumas que le hacen ser como quienes están siendo.
Abrir la puerta de nuestro interior es una invitación rica y excitante, hay quienes creen que hacerlo nos deja en una situación vulnerable, pero ¿Por qué deberíamos sentir eso frente a nuestra pareja? ¿Por qué guardarme quién soy?
Cuando dudamos de ser lo que estamos siendo frente a la pareja, por temor a sus críticas, reclamos, o burlas; un foco rojo se enciende.
Hay que trabajar para ser auténticas. Ni la otra, ni la de enfrente, ni la de la televisión. Sólo yo. Y con eso ya tenemos bastante. Mucho más que bastante.
Educarnos en pareja, es sensibilizarnos por el mundo del otro, es un proceso de aprendizaje vivencial que reportará anclajes en el alma.
Tanto hombres como mujeres tenemos creencias que nos limitan respecto al sexo opuesto; y ellas nos dominan de forma inconsciente. Si comenzamos la relación creyendo que “los hombres son infieles” ¿Qué confianza aceptaré entregarle a mi pareja? ¿Dormiré con un ojo cerrado y el otro abierto? Si él cree que las mujeres son todas unas “abusivas”, ¿cómo será contigo?
La sensibilización implica que ambos acepten las diferencias que el género trae consigo, y revisar su sistema de valores; comprender que lo que creemos no es un hecho, una verdad absoluta; sino una interpretación.
Cuando él se refiera a una mujer de forma “grotesca” pregúntale ¿Para qué lo haces? ¿Por qué hablas así si no conoces su historia de vida? Que aprenda que su lenguaje no es inocente, que las palabras son cuchillos filosos lanzados al aire. Y lo mismo sucede con lo que tú dices. “Todos los hombres son mentirosos”, “Todos los hombres lastiman” ¿Qué mensaje estás dando? ¿Por qué habría de ser diferente tu pareja? Si, tú estás vociferando a los cuatro vientos el “ser” de ellos.
Por supuesto que llegamos a la relación con un equipaje emocional, pero eso no nos determina.
Claves para sensibilizarnos:
·         Aceptar las diferencias de género; tenemos un cuerpo físico diferente, un cerebro diferente, ellos son estructuralmente pragmáticos, nosotras empáticas.
·         Aprender a hablar en primera persona; hacernos cargo del discurso, de lo que estamos diciendo.
·         Deshacernos de creencias universales, totalizadoras; estos juicios son infundados porque siempre hay una excepción.
·         Compartir temores o dudas sobre la relación
·         Dejar de vivir todo lo que ocurre como personal, entender que a veces uno explota por cosas íntimas, y cuando sucede preguntar ¿Qué te pasa en realidad?
·         No querer ser siempre el “culpable de todo”; eliminar preguntas como “¿qué te hice ahora?” cuando sabemos que nada hemos hecho.
·         Reír, y contagiar la alegría.
·         Darse tiempo para mimarse.
·         Recordarse que el amor no es para siempre, es ahora; por eso a disfrutarlo, no dejar para mañana el “te quiero”.
·         No compararse con otras parejas.

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