domingo, 28 de octubre de 2012

MUJERES HONESTAS (PERO NO PERVERSAS)



Para ser fuertes, respetadas y admiradas, vayamos siempre con la verdad por delante.
Pero con cuidado, no utilicemos la verdad para dañar a los demás (hay cosas que aunque sean ciertas sólo se dicen para dañar). 
Seamos mujeres hermosas por dentro y por fuera. Que nuestras vidas se envuelvan de verdad y honestidad, y dondequiera que vayamos, busquemos transmitir alegría, fuerza y paz.
El otro día leí una frase famosa de Mark Twain que me provocó una sonrisa. Traducido al español, sería algo como “si dices la verdad, no tendrás que acordarte de nada.”Y es que el mundo de las mentiras y las medias verdades es un mundo complicado, donde todo parece ir bien mientras no se sepa la verdad. El problema es que cuando las mentiras salen a la luz, la persona queda expuesta como deshonesta y poco fiable. Esa persona se convierte, tarde o temprano, en motivo de burla.

Todas hemos podido sentir, alguna vez, la tentación de utilizar una mentira para salir del paso. Quizás porque nos avergonzamos de algo o porque tenemos un plan y creemos que la única manera de llevarlo a cabo es mintiendo.
El problema es que, tarde o temprano, la verdad sale a la luz, y las personas que mienten son descubiertas y se quedan sin respeto ni honor.

Estoy segura de que todas nosotras deseamos ser mujeres fuertes, respetadas y admiradas. Por eso, en nuestra vida, no podemos dar lugar a la mentira. La mentira nos mancilla, nos deshonra. Si la verdad nos perjudica, que así sea. La mentira, a la larga, nos perjudicará aún más. Puede parecer que el honor, la dignidad y la decencia han dejado de importar, pero son valores hermosos que debemos reconquistar.
Ahora bien, hay otra cara de la moneda. A veces las personas usamos la honestidad como excusa para insultar a la gente y faltarle al respeto.
Honestas,
pero no bocazas.
La honestidad nunca debe ser usada para herir los sentimientos de otras personas. Esto ocurre a menudo, y es deplorable. Muchas personas maliciosas se autodenominan honestas. “Es que yo soy muy sincera”, dicen, después de haberle dicho a una persona que está muy gorda o que no les gusta algo de ella.
Seamos honestas pero no perversas. Ninguna excusa es buena para insultar. ¡Si la honestidad te mueve a ser malvada, cierra la boca! Las palabras pueden hacer más daño que las piedras.
Seamos mujeres hermosas por dentro y por fuera. Que nuestras vidas se envuelvan de verdad y honestidad, y que, dondequiera que vayamos, podamos transmitir alegría, fuerza y paz.
© Autor: Rebeca B.

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