sábado, 3 de noviembre de 2012

TE PERDONO, PERO NO DESEO REGRESAR A TI



Nos hacen daño pero no es fácil dejar de amar. Aun así, aprendemos a reponernos y salir adelante, incluso perdonando a quien nos lastimó.
Pero perdonar no es sinónimo de regresar. El perdonar significa que dejamos ir nuestros dolores, pero no contiene una cláusula de permanencia que nos obligue a regresar con nuestros verdugos.
¡Cuán inspiradas se tornan esas canciones que casi de rodillas piden perdón por un error que causó una gran herida a un ser que supuesta mente se amaba! Nos prometen mil y un cambios, nos dan muchas justificaciones, nos juran reparar el daño… Pero ya nada es igual, no podemos rebobinar nuestro corazón y borrar aquel episodio de dolor y decepción.
Dicen que si no regresas con aquel que te lastimó, entonces es porque no has perdonado, porque aún guardas rencor y por ello no quieres volver al mismo paisaje. Pero ¿a quién se le ocurre que perdonar es sinónimo de sacar un bisturí y volver a poner las cosas donde estaban antes de la herida daño y seguir adorando a quien fue nuestro verdugo?

Perdonar no es sinónimo de regresar, el perdonar lejos de las tele novelescas historias que afirman en el inconsciente colectivo esa creencia de que tras los peores atropellos llega la felicidad, no involucra acabar con nuestra dignidad y autoestima, el perdonar significa un desapego del pasado y sus dificultades, un reconocimiento al camino que  tenemos enfrente en lugar de revolcarnos en nuestras tristezas.
Perdonar es un acto de altruismo, pero no siempre viene acompañado de reincidencia. Nuestras ex-parejas pueden llegar a creer que si no regresamos con ellas es simplemente porque queremos humillarles, porque antes de regresar con ellos queremos que nos rueguen y nos imploren por amor. Pero la verdad es que nosotras sabemos qué es lo que significa humillarse por un traguito de amor, nosotras sabemos la tristeza que se siente ver  cómo las personas que amamos se alejan de nuestra alma sin remedio alguno, razón por la cual no le deseamos el mismo mal ni siquiera a quien nos hizo sufrir.
Quienes nos tuvieron un día a su lado compartiendo el azul del cielo, deben saber que nosotras les agradecemos por los aprendizajes que con sonrisas o lágrimas obtuvimos de ellos, que gracias a su presencia le encontramos un nuevo sentido a nuestras vidas, que sabemos que se han arrepentido por las heridas que nos ocasionaron, pero que también sabemos que no les podremos volver a mirar con los mismos ojos, no porque les tengamos algún resentimiento, sino porque nuestros sentimientos han cambiado y nos hemos dado cuenta de que ninguno de los dos hubiese sido feliz en una relación que adolecía de correspondencia.
Nosotras deseamos ser felices a plenitud y quien nos hirió ya no está en nuestros planes, no por obstinación sino por sensatez. Aceptamos que como seres humanos  tenemos debilidades y que no en todas las oportunidades tenemos plena conciencia de las consecuencias que nuestros actos pueden traer, pero a pesar del arrepentimiento, nuestro corazón ya se partió en incontables pedacitos y debemos lidiar con ello. La constancia a veces no es una virtud, por ello debemos ser muy claras con nuestras ex-parejas y decirles:
“Yo te perdono, pero no puedo regresar contigo. El dolor fue la luz que iluminó mi vida y me  hizo darme cuenta que no hubiese podido compartir contigo un “para siempre”. Eternas gracias te doy por lo bueno y lo malo, por lo bello y lo difícil… Perdonarte no ha sido sencillo, todos los días, antes de dormir, entre lágrimas y sollozos le rogaba al cielo para que mi corazón no odiara a quien un día amó con tanta fuerza, supongo que la repetición hizo que se solidificara mi deseo y hoy te digo que no te amo y no deseo regresar contigo, no para humillarte, sino para que conozcas la verdad de mi alma.”
De nuestra claridad depende el saber distanciarse a tiempo. Nos quedaremos con todo lo bonito que nos regalaron y quemaremos todo lo que nos hizo daño y ahora le hace daño a quien no nos valoró. Nosotras podemos construir una nueva vida lejos de aquella tormenta que nos robó la alegría.
Quien hace daño, no puede esperar que su existencia se encuentre llena de bellos parajes, porque a pesar de que la justicia a veces tarde en llegar, algún día lo hará y a cada quien le entregará lo que ha forjado, tú solo debes dedicarte a tejer los sentimientos que un día se rompieron.
Autor: Lluvia.

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