Hay quienes se sienten culpables por todo, y quienes parecen no sentirse
culpable por nada… Los dos extremos son malos y conviene evitarlos.
En su justa medida, la culpabilidad nos ayuda a arrepentirnos, mejorar
como personas, y a ser más consideradas con los demás.
¿Quién no ha sentido culpa alguna vez?
Algunas llevan el sentimiento de culpabilidad al extremo, sintiendo
culpa por todo lo que ocurre en el universo: Culpa si sus análisis
salieron mejor que el del marido, culpa si sus hijas se casan con buenos
hombres y las sobrinas quedan solteronas culpa por tener un buen trabajo,
culpa por tener buena posición económica, culpa por tener suerte, culpa por
irse de vacaciones, culpa si otros lloran, culpa si se enferman, culpa por no
poder amar a alguien…
Otras, sin embargo, no sienten culpa por nada, pues sólo piensan en
sus pasiones y deseos personales: a ellas no les da vergüenza romperle
algo a alguien, abusan de la confianza concedida y jamás ofrecen una disculpa.
Ellas atropellan a quien se le interpone en el camino, son desagradecidas y
frías.
Pero como en todas las cosas, ningún extremo es saludable:
·
Un exceso de culpa nos convierte en
víctimas, personas con un autoestima por el suelo.
·
Pero la ausencia de culpa nos convierte
en personas perversas y egoístas.
El equilibrio es la base de todo. Ni demasiado sol ni demasiada
sombra.”
La culpa es un sentimiento incómodo, una piedra sentimental que se
nos aloja en el alma. Sin embargo, podemos concluir que la culpa es
importante para relacionarnos con los demás, pues a través de ella, llega el “arrepentimiento”.
Cuando pensamos en cómo pueden sentirse los demás (aunque el arrepentimiento
llegue tarde), terminamos reflexionando. Si nuestra reflexión es honesta,
aprenderemos de esa situación, y en el futuro actuaremos de forma diferente.
Necesitamos ver que la vida va en serio, que las cosas duelen, que
lastimamos y que amamos. Vivamos de manera que no necesitemos
arrepentirnos continuamente, buscando amar y proteger, en lugar de
lastimar y luego lamentar.
© Autor: Chuchi
González.
No hay comentarios:
Publicar un comentario