A veces no hay que “arreglar”
nada; en ciertos casos conviene dejar que todo siga su curso normal hasta que
se resuelva solo.
Las personas sienten que no son
capaces de asumir el reto; sin embargo, sí es posible olvidar.
Borrar de la mente esas experiencias desagradables y a las personas que nos lastiman no solo resulta beneficioso para la salud, sino que además es la única salida para no seguir en los mundos de la depresión y de la tristeza.
Esos acontecimientos, cuyos recuerdos nos hacen sentir mal de un modo u otro, no solo “deben” desterrarse sino que, además, “tienen” que ser parte de las metas de los seres humanos.
Borrar de la mente esas experiencias desagradables y a las personas que nos lastiman no solo resulta beneficioso para la salud, sino que además es la única salida para no seguir en los mundos de la depresión y de la tristeza.
Esos acontecimientos, cuyos recuerdos nos hacen sentir mal de un modo u otro, no solo “deben” desterrarse sino que, además, “tienen” que ser parte de las metas de los seres humanos.
¿Es difícil?
Se podría decir que sí es complicado, pero también hay que advertir que las cosas se pueden dar.
La llave de esa puerta se abre practicando los denominados “ejercicios de olvido”.
¿A qué nos referimos?
La idea es proponerse, con disciplina y perseverancia, a dejar de atormentarse por lo que ya pasó.
Así como usted se ejercita en un gimnasio para recuperar la figura que ha perdido, su mente también puede asimilar unas rutinas de olvido que, al final, lo dejan en buena forma.
Antes de empezar esos ejercicios debe entender que
olvidar no significa, de manera precisa, ‘creerse el cuento de nada ha pasado’.
¡Eso sería algo tonto!
¿Sabe algo? los recuerdos seguirán apareciendo por más que se proponga olvidar. La idea de esta estrategia, planteada por la Página Espiritualidad, consiste en que, más allá de que surjan en su mente esos episodios, ellos ya no le duelan.
Al principio resulta complicado asimilarlo. De hecho, cuando alguien comienza a ir al gimnasio, los primeros días le cuesta y hasta le duele más de lo normal. Sin embargo, con el paso de los días, el dolor de los músculos desaparece.
Recuerde: “olvidar” no es lo mismo que “reprimir”.
El olvido es más bien un “dejar hacer, dejar pasar”; es permitir que el tiempo lo cure todo.
No les preste atención a las cosas desagradables. Si se muestra indiferente con ellas, eso trae consigo el “olvido” de manera natural.
En cambio, cuando trata de reprimir algo, la causa se vuelve traumática y, antes de que le resbale, se adhiere a su cabeza y le arranca lo mejor que usted tiene: su tranquilidad.
Con sus pensamientos, sus palabras y sus actos, usted teje una red en torno suyo. Así las cosas, qué saca con crear tanta telaraña que lo único que hace es atraparlo en el dolor.
Persevere en el duro combate de enfrentar las situaciones, por muy desagradables que ellas hayan sido, y destiérrelas con una actitud positiva. Mire para el frente, ejercítese y haga que eso que tanto lo lastimó se diluya con el tiempo.
Por último, deje que Dios restaure su pasado, prospere su presente y, sobre todo, bendiga su futuro.
¡Eso sería algo tonto!
¿Sabe algo? los recuerdos seguirán apareciendo por más que se proponga olvidar. La idea de esta estrategia, planteada por la Página Espiritualidad, consiste en que, más allá de que surjan en su mente esos episodios, ellos ya no le duelan.
Al principio resulta complicado asimilarlo. De hecho, cuando alguien comienza a ir al gimnasio, los primeros días le cuesta y hasta le duele más de lo normal. Sin embargo, con el paso de los días, el dolor de los músculos desaparece.
Recuerde: “olvidar” no es lo mismo que “reprimir”.
El olvido es más bien un “dejar hacer, dejar pasar”; es permitir que el tiempo lo cure todo.
No les preste atención a las cosas desagradables. Si se muestra indiferente con ellas, eso trae consigo el “olvido” de manera natural.
En cambio, cuando trata de reprimir algo, la causa se vuelve traumática y, antes de que le resbale, se adhiere a su cabeza y le arranca lo mejor que usted tiene: su tranquilidad.
Con sus pensamientos, sus palabras y sus actos, usted teje una red en torno suyo. Así las cosas, qué saca con crear tanta telaraña que lo único que hace es atraparlo en el dolor.
Persevere en el duro combate de enfrentar las situaciones, por muy desagradables que ellas hayan sido, y destiérrelas con una actitud positiva. Mire para el frente, ejercítese y haga que eso que tanto lo lastimó se diluya con el tiempo.
Por último, deje que Dios restaure su pasado, prospere su presente y, sobre todo, bendiga su futuro.
No permita que perdure la basura de los malos recuerdos. Es mejor limpiar su alma. ¿No le parece?
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