No
pidas amor hasta que estés listo para estar sanado lo suficiente para dar amor
y recibirlo.
No pidas alegría hasta que estés listo para sentir tu dolor y liberarlo, para que puedas sentir alegría.
No pidas el éxito hasta que estés listo para conquistar las conductas con las que lo sabotearías.
No pidas alegría hasta que estés listo para sentir tu dolor y liberarlo, para que puedas sentir alegría.
No pidas el éxito hasta que estés listo para conquistar las conductas con las que lo sabotearías.
¿No sería bueno que pudiéramos imaginarnos que
tenemos o nos hemos convertido –y luego que hemos recibido de inmediato- en
aquello que queríamos? Podemos tener y ser todo lo bueno que queramos. Todo lo
bueno es nuestro si lo pedimos. Pero primero se debe sembrar el campo, hacer un
trabajo de preparación.
Un jardinero no plantaría las semillas a menos
que la tierra estuviera adecuadamente preparada para cobijar y alimentar esas
semillas. Plantarlas sería un esfuerzo desperdiciado. Sería para nosotros un
esfuerzo desperdiciado tener lo que queremos antes de estar listos para ello.
Primero necesitamos hacernos conscientes de
nuestro deseo o necesidad. ¡Esto puede no ser fácil! Muchos de nosotros nos
hemos acostumbrado a callar la voz interior de nuestros deseos y necesidades. A
veces, la vida tiene que trabajar muy duro para captar nuestra atención.
Luego dejamos ir nuestra vieja
"programación", las conductas y creencias que interfieren con
fomentar y promover lo bueno. Muchos de nosotros tenemos fuertes programas de
sabotaje, aprendidos desde la niñez, de los que necesitamos liberarnos.
Podremos necesitar "actuar como si" durante un tiempo hasta que se
vuelva realidad la creencia de que merecemos lo bueno.
Combinamos este proceso con mucho dejar ir,
mientras nos está cambiando hasta la médula. Hay una naturalidad en este
proceso, pero puede ser intenso. Se lleva su tiempo. Las cosas buenas son
nuestras si las pedimos, si estamos dispuestos a participar en la labor de
preparar el campo. Trabaja y espera.
"Hoy,
Dios mío, dame el valor para identificar el bien que quiero en mi vida y para
pedirlo. Dame también la fe y la energía que necesito para llevar a cabo la
labor de preparación que debo hacer primero".
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del
Adiós).
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