Somos impotentes ante las
expectativas que otras personas tienen de nosotros. No podemos controlar lo que
los otros quieren, lo que esperan o lo que quieran que hagamos o seamos.
Podemos controlar cómo
respondemos a las expectativas de los demás.
Durante el curso de
cualquier día, la gente hace demandas acerca de nuestro tiempo, talentos,
energía, dinero y emociones. No tenemos por qué decir sí a cada una de sus
peticiones. No tenemos por qué sentirnos culpables si decimos que no. Y no
tenemos por qué permitir que el alud de exigencias controle el curso de nuestra
vida.
No tenemos que pasarnos la
vida reaccionando a los demás y al curso que quisieran que tomara nuestra vida.
Podemos fijar límites,
barreras firmes acerca de qué lejos vamos a ir con los demás. Podemos confiar
en nosotros mismos y escucharnos a nosotros mismos. Podemos fijarnos metas y
dar una dirección a nuestra vida. Podemos valorarnos a nosotros mismos.
Podemos adueñarnos de
nuestro poder al tratar con la gente.
Resérvate algo de tiempo.
Piensa acerca de lo que tú quieres. Considera cómo afectaría el curso de tu
vida el hecho de que respondieras a las necesidades de otros. Vivimos nuestra
propia vida no permitiendo que otra gente, ni sus expectativas, ni sus demandas
controlen el curso de nuestra vida. Podemos dejar que tengan sus expectativas y
que hagan sus demandas; podemos dejar que tengan sus sentimientos. Podemos
adueñarnos de nuestro poder para elegir el camino correcto para nosotros.
"Hoy, Dios mío ayúdame
a adueñarme de mi poder desligándome, y a elegir en paz el curso de acción
adecuada para mí. Ayúdame a saber que me puedo desligar de las expectativas y
deseos de los demás. Ayúdame a dejar de complacer a otra gente y a empezar a
complacerme a mí mismo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario