No siempre tenemos que ser
fuertes para ser fuertes. A veces, nuestra fortaleza se expresa siendo
vulnerables. A veces, necesitamos deshacernos en pedazos para rehacernos, y
seguir sobre el camino.
Todos tenemos días en que no
podemos empujar más duro. En que no podemos contener las dudas en nosotros
mismos, en que no podemos dejar de concentrarnos en el miedo, en que no podemos
ser fuertes. Hay días en que no podemos concentrarnos en ser responsables.
Ocasionalmente, no queremos
quitarnos el pijama. A veces, lloramos delante de los demás. Exponemos nuestro
cansancio, nuestra irritabilidad o nuestra ira.
No tienen nada de malo esos
días. No tienen nada de malo. Parte de cuidar de nosotros mismos significa
darnos permiso de "deshacernos" cuando lo necesitamos. No tenemos por
qué ser torres perpetuas de fortaleza . Somos fuertes. Lo hemos probado.
Seguiremos siendo fuertes aunque tengamos el valor de permitirnos sentirnos
temerosos, débiles y vulnerables cuando necesitamos experimentar esos
sentimientos.
"Hoy, Dios mío, ayúdame
a saber que está bien que me permita a mí mismo ser humano. Ayúdame a no
sentirme culpable o a castigarme a mí mismo cuando necesito
"deshacerme".
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